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Una vez entró en la habitación de hotel, dejó los documentos que había traído durante todo el trayecto encima de la mesa. 

Comenzó con una ducha refrescante seguido de una cena contundente para terminar tumbada en su cama y caer dormida en cuestión de segundos. 

Al cabo de unas horas el despertador interrumpió ese sueño que había sido reparador. Se estiró para desperezarse tras apagar el despertador que marcaba las 7 de la mañana. Lo había puesto así porque quería estar despejada para poder terminar el trabajo que se había traído la noche anterior hasta la habitación. 

Eran las 10 de la mañana cuando había terminado con todos los documentos. Los volvió a dejar en la carpeta para luego volver a darse una ducha. Se vistió con unos shorts y una camiseta de tirantes para luego salir del hotel. Tomó un taxi ya que la moto alquilada había quedado en el edificio donde ahora trabajaba. 

Cuando llegó a él observó a su alrededor. 

De nuevo la gente pasaba de largo de aquel edificio, algo que aun la sorprendía. 

Su vista se centró ahora en le otro lado de la calle, la cafetería donde ayer había estado tomando algo con Ryuzaki. En ese momento su estómago sonó recordándole que a pesar de que la noche anterior había cenado, ahora necesitaba comida así que no lo dudó ni un solo segundo y se dirigió a ella. 

Tomó asiento para esperar a que el camarero viniera a tomar la nota de ella, pero antes de que eso pasara un café y un trozo de tarta de fresa se posaron delante de ella. Sorprendida miró al artífice de esa acción reconociéndolo enseguida. 

– ¿Ryuzaki? ¿Qué estás haciendo aquí? – Cuestionó la joven observando como él hacía una seña al chico de la barra para luego sentarse enfrente de la chica, con esa manera tan característica de él. 

– Lo mismo que tú, desayunar. 

La chica quiso acercar el café hacia Ryuzaki cuándo él detuvo el movimiento posando su mano sobre la de la joven. 

– Es tuyo Ryuzaki. 

– Tranquila, lo mío viene enseguida. – Respondió justo antes de soltar su mano para dejar que el camarero dejara una orden exactamente igual a la que había en la mesa. 

Melany retiró su mano de encima de la mesa para posarla en su regazo observando dicha mano a la vez que un sonrojo se expandía sobre sus mejillas. 

– ¿Ocurre algo? – Cuestionó al ver que la joven no se disponía a desayunar por estar centrada en algo que desconocía. 

– No, nada. 

– Me gusta esta tarta, es de los sitios donde mejor la hacen. – Comentó comenzando a comer dejando que Melany se percatara de que parecía un niño degustando su plato favorito. 

– Será cómo el resto de tartas de fresa que hay por aquí ¿no? 

Ryuzaki dejó de comer para centrar su mirada en la morena, una mirada llena de seriedad. 

– De eso nada. Esta es sin duda la mejor tarta que he tenido el placer de comer. Deberías probarla. – Alentó continuando con su manjar. 

– ¿Cómo va la investigación? – Interrogó ella mientras tomaba el tenedor para tomar un trazo de tarta. 

– Solo sabemos que uno de ellas es Kira, aun no hemos afirmado cual. ¿Cómo vas con la documentación del caso? 

– Ya casi he terminado de leerlo. – Contestó para después tomar un sobo de su café. 

– ¿Qué opinas? – Curioseó Ryuzaki devorando su trozo de tarta que había disminuido considerablemente. 

– Creo que el Kira con el que trataste al principio no es el mismo con el que estamos tratando ahora mismo, Yotsuba. – Ryuzaki la observó durante unos segundos sin decir absolutamente nada. – ¿Ocurre algo? – Cuestionó al ver que se había quedado en ese estado y como por arte de magia, como si su pregunta lo hubiera despertado de un sueño en el que estaba sumido, él reaccionó retirando su vista hacia el plato casi vacío de tarta. 

Unidos por la justiciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora