III. Mafias y mafiosos

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Lan Wangji se movilizaba junto con su guardaespaldas en un automóvil, los vidrios eran oscuros, pero aun así el interior estaba iluminado. El asunto del detective irrumpiendo cada vez en cuando en su negocio lo mantenía intranquilo. Sacó de su saco un teléfono algo anticuado y marcó un número específico.

—Ese detective estuvo aquí de nuevo.

—¿Qué? —el jefe de policía, se levantó de su silla —Lo envié a hacer una investigación, ¿Qué está haciendo allí?

—¿Por qué no se lo pregunta usted mismo? Esa debería ser su preocupación. Sus muchachos son un constante dolor de nuca y eso no me gusta.

—Te dije que no intercambiarás usando lugares públicos, hazlo en otro lugar. O a nombre de alguien más. Conoces el negocio —le regañó.

—Tío, ¿no puedes controlarlo y evitar que venga de nuevo? Si ese muchacho regresa aquí, se meterá en problemas. Y ni siquiera usted, lo podrá salvar de mí.

—Te aseguro que no volverá a pasar... ¿Lan Wangji? —siguió hablándole al teléfono sin obtener respuesta, fue evidente que Lan Wangji había colgado la llamada. El jefe de policías abrió un cajón del escritorio con frustración y luego arrojó el teléfono sobre una pila de distintos aparatos similares.

—¡Tráiganme aquí a Wei Wuxian! ¡Ahora! —rugió desde la puerta de la oficina.

El jefe de policía tendría que esperar, Wei Wuxian estaba por llegar a la escena del crimen que originalmente debía visitar. Por otro lado, los negocios de la mafia nunca esperan.

Lan Wangji ahora se encontraba en una habitación privada ubicada dentro de un lujoso restaurante. En el pequeño cuarto solo había cuatro personas, todas vestidas de traje y con expresiones antipáticas por los contrarios.

Lan Wangji junto a su hermano, Lan XiChen. Y el futuro líder de la mafia rival, Wen Chao, acompañado de su mano derecha, Jin Guangyao. Los dos lideres estaban sentados cara a cara en la mesa cuadrada, mientras que sus hombres aguardaban prudentemente de pie a cada lado.

El motivo de esta nada agradable reunión, era iniciar un tratado de paz, las peleas por territorio habían acabado con suficientes hombres para ambos bandos, sin embargo, la tensión entre ellos era palpable en el ambiente, un evidente odio mutuo se esparcía por el aire.

El tigre se enfrenta a la serpiente, ¿Quién atacará primero?

—¡Dejaste lisiado a mi muchacho! ¿Qué harás al respecto? —comenzó Wen Chao a avivar el fuego.

—En este mundo existen reglas, que no debemos romper —justificó sus acciones. Su tono era firme, imponente, igual que toda su presencia.

—Mírate, hablando con tanta modestia, lo que en verdad quisiste decir fue mi palabra es la ley aquí ¿no es así? —acusó y sus ojos brillaron maliciosamente —¡Tranquilo, solo bromeaba! ¿Sabes creo que tenemos un tema de territorio que resolver? Los negocios y las máquinas son una cosa, pero el territorio no creo que te lo pueda ceder —habló mientras le daba un trago a su vaso de whisky.

—Wen Chao maneja el sitio que te asigne y no des más problemas —su voz contenía advertencia. —Todos tenemos un límite no debes excederlo —aconsejó.

Wen Chao soltó una carcajada de aire, nada honesta, llena de sarcasmo. Sus ojos eran desafiantes, no había más que desprecio en su mirada.

—El territorio no tiene nada que ver con el negocio de las máquinas de monedas, ni con el estúpido negocio de las discotecas. ¿Por qué te haces el todo poderoso dándome las migajas? Así no vamos a mantener la paz —dijo altanero.

|EL DETECTIVE, EL MAFIOSO Y EL DIABLO| - WANGXIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora