|EL DETECTIVE, EL MAFIOSO Y EL DIABLO| - WANGXIAN

VI. Testigo

En cuanto obtuvo las pruebas Wei Wuxian irrumpió en la oficina del jefe de policía.

—Confié en mí y deme los hombres para cerrar este caso.

—Wei Wuxian ¿por qué no te tomas una licencia? Apenas tengo hombres para que el departamento funcione.

—Tengo un testigo.

—¿Un testigo?

—Lan Wangji.

—¡¿Lan Wangji?! ¿El mafioso?

—Lo apuñalaron unos días atrás. Estuvo dos horas en cirugía, casi se muere.

—¿Un jefe de la mafia es tu testigo? ¡Solo escúchate! ¡No seas absurdo!

—Solamente piénselo un segundo. Qué clase de psicótico idiota atacaría a un capo mafioso. El asesino no es ningún pandillero, estoy seguro que es un asesino serial jefe.

—¡Ya basta! ¡Basta de estupideces! Es un asunto de mafias. No te involucres, si no quieres terminar muerto. ¡Largo!

—¡Adelante! ¡Siga cubriéndole el trasero!

—¡¿Qué?! ¡Me tienes arto!

El jefe rugió llamando la atención de los demás empleados. Se levantó y cerró las persianas.

—Supongamos que tienes razón. Entonces, Lan Wangji es la víctima. ¿Conseguirías una orden antes de arrestarlo? Claro que no. Es un mafioso. Lo arrestarán antes de que se siente en una silla a declarar.

—¿Cuántos homicidios ha cometido el asesino hasta ahora? ¿Cuántas personas inocentes han muerto? Lan Wangji sabe algo, y si no hacemos algo lo va a matar el mismo. Así nos dejaría con todos los casos abiertos.

—¿Cómo va a atraparlo? ¡No es un policía!

—Por eso mismo. No es un policía, es un mafioso. No será difícil encontrar al asesino con todos los hombres que tiene. Además, Lan Wangji es el único que lo vio.

—Lo que dices es ridículo. ¡Largo! ¡No quiero volver a escuchar de ese asunto!

Wei Wuxian fue expulsado a empujones. Definitivamente no se quedaría tranquilo, se trataba de un asesino serial, estaba seguro. Y probablemente sus conjeturas fueran ciertas. El diablo volvería a atacar.

En una estación alejada de la ciudad, un hombre discutía por teléfono. Era de madrugada y no había gente alrededor. Se trataba de un camionero y al parecer hablaba con su esposa. 

—¿Por qué el cumpleaños del bebé es tan importante? ¡Estoy cansado! No pude dormir en dos días... ¡¿Qué se supone que haga?! Tengo que trabajar para ganar dinero. ¡Por favor, no me molestes con eso!

Era una típica pelea matrimonial. Inesperadamente alguien interrumpió su llamada.

—¿Es el cumple años de tu hijo? —preguntó el extraño.

—¿Qué? ¡¿Quién eres?! —el camionero se sorprendió al verlo. No pensó que alguien estaría interesado en su conversación telefónica, estando en un lugar tan desolado como ese.

—El bebé que mencionaste ¿es su cumpleaños? —cuestionó seco, sin piedad.

Su pregunta era una acusación, su voz lo juzgaba y su cuchillo lo sentenció. El diablo vino a cobrar sus pecados.

Lan Wangji despertó en la cama de hospital. Aún no se había recuperado por completo. Su cuerpo estaba incómodo y adolorido, sudaba frío. No podía descansar, porque al cerrar los ojos, veía dos esferas negras, vacías como el infinito. En sus sueños un par de ojos oscuros lo obligaban a despertar.