Capítulo 13: Nunca un regalo normal.

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"Bien, chicos. Tengo que dejar algo bien claro" Anunció Nami a todo el grupo de los Sombrero de Paja, apoyando su peso sobre la mesa, palmas bien abiertas contra la superficie. En este momento no estabais ni Law ni tú, ya que no os habían avisado, era una pequeña sorpresa para ambos. "Mañana es Noche Buena. Bien, pues no quiero a nadie en su apartamento" Concluyó con un serio tono y todos se quejaron -bueno, Sanji más bien alagaba la decisión de Nami sobre todas las cosas-.

"¡¿Pero por qué?!" Preguntó Luffy gimoteando como el niño que demostraba ser a veces. Nami suspiro, reteniendo las ganas de darle un capón.

"¿Recordáis lo que ocurrió el año pasado en la fiesta de Navidad?" Todos se quedaron pensando, una fiesta inolvidable sin duda. Sin embargo sabían que a ti no te hizo ni gracia, y de haberlo recordado ahora mismo varios escalofríos habrían recorrido tu cuerpo. Desde luego, encargarse de una epidemia de resacas no es realmente el mejor recuerdo. Nami se aclaró la garganta y continuó. "Además... tenemos que dejarles intimidad..." Dijo con una sonrisa malévola, la cual podría competir con la de (mejor amiga) -también presente-. "Ahora bien, vamos a hablar del plan"


Llamaste al timbre. No hubo respuesta. Otra vez. Nada. Un poco molesta volviste a llamar. Ni sonido. Tu mirada se oscureció y acomodaste la mochila que cargabas a la espalda. Habías quedado con Luffy para estudiar porque, en efecto, había suspendido el examen de la autoescuela mientras que tú lo habías aprobado con orgullo, no es que lo fueses a mostrar, es algo que la gente odia. Y bien, llamaste y llamaste y llamaste y nadie contestaba. Ya deberías saber que eso iba a ocurrir después de las tantas veces que habías visitado al pequeño moreno, pero seguías con la tonta esperanza de que algún día cambiase. Por fin, a la duodécima vez, abrieron la puerta y te encontraste con los ojos negros de Ace. Hacía mucho tiempo que no le veías, en serio. Este esbozó una mueca al verte y sonreíste tímidamente.

"Hey, (tu nombre). ¿Vas a ayudar a Luffy?" Asentiste enérgicamente y Ace te dejó entrar. Entonces se dirigió a las escaleras y te tapaste los oídos, sabiendo lo que iba a pasar. "¡¡Luffy, ya estás bajando tu vago trasero aquí!!" Eso fue más o menos lo que dijo. MÁS O MENOS, para ponerlo bonito. Soltaste una risilla y observaste como Luffy bajaba las escaleras esperando lo peor. Al llegar abajo miró a Ace con cara asustada durante unos minutos. Entonces suspiró sonriendo como solo él sabía, pensando que lo peor había pasado. Ni mucho menos. Ace le soltó un puñetazo en la cabeza, uno de esos que casi te hunden en el suelo, y Luffy se quedó quejándose y gimoteando en el suelo mientras frotaba la zona con la que había colisionado el puño de Ace, ahora marcada con un gran chichón. Realmente son una familia peculiar... Pensaste con una sonrisa acompañada de una pequeña y suave risa. "Eso por hacerla esperar, y por hacerme bajar de mi habitación" Regañó Ace antes de desaparecer por las escaleras. Te acercaste a Luffy y le ofreciste una mano que este aceptó felizmente.

"Oh, Luffy, ¿cómo puedes aguantar a un bestia como tu hermano?" Preguntaste de broma, lengua fuera para hacer énfasis en el tono.

"No lo sé, pero Sabo tampoco se queda atrás" Murmuró haciéndote reír. Entonces él sonrió ampliamente. "Pero tú eres buena, (tu nombre). ¡Eres mi hermana mayor!" Dijo en voz algo más alta de lo que desearías.

"Si tú lo dices..." Murmuraste y te dirigiste al sofá esperando a que Luffy te acompañase con el libro para empezar, por fin, a estudiar.


"¡No lo entiendo!" Se quejó Luffy mirando las normas que venían en el libro, y mirándolas de nuevo, y otra vez. Suspiraste y pinchaste su -sorprendentemente- suave moflete, el cual estaba adorablemente inflado en molestia.

"Luffy, si sigues quejándote no lo entenderás nunca" Él te miró con una cara disgustada, los labios salidos y un suave ceño.

"No quiero estudiar, ¡vamos a descansar!" Exclamó Luffy saltando del sofá. Antes de que pudieses impedírselo ya se estaba metiendo en la cocina y suspiraste. No tiene remedio.

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