Recuerdos

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Las heridas se curaron, pero las cicatrices eran un recuerdo de lo que había ocurrido.

Mis misiones con Young Justice se volvieron casi un respiro, estar en Gotham o en la Titan Tower me traía recuerdos amargos.

Como la primera vez que hablé con Jason Todd.

Tenía 9 años cuando hablé con él, de niño siempre había sido fanático de Batman y después de descubrir sus identidades me empeñe en seguirlos y tomarles fotos, se volvió tradición.

Era invierno, reconocí al nuevo Robin enseguida, sus movimientos eran más bruscos, Dick tenía cierta gracia que solo un gimnasta con años de práctica obtenía, el nuevo Robin prefería usar la fuerza y los golpes.

También descubrí su lugar favorito para patrullar, el nuevo Robin se posaba al lado de la misma gárgola en la iglesia central.

Ese día había logrado llegar a tiempo, Batman y él seguían juntos, el nuevo Robin hablaba, Batman parecía entretenido mientras lo escuchaba.

Había un ambiente fraternal y tan íntimo que se me hizo inevitable no capturar la escena.

Batman se fue y el nuevo Robin se quedó sentado, posiblemente admirando la vista, esa noche parecía todo más radiante.

En un descuido Robin se dio cuenta de mi presencia y se volteó, no lo pensó mucho y con gracia cayó a mi lado en el edificio más pequeño.

—Ohhh, chico, tienes los labios azules, ¿Qué haces aquí? —me dio un escaneo lento, y se acercó, como si hubiera decidido que yo no era peligroso.

—Perdone, no quería interrumpir tu descanso —baje la mirada, apenado.

—Hey, no debes preocuparte por eso, mejor ven, te llevaré a casa, es muy tarde para que un niño ande solo.

—No soy un niño, tengo 9 años.

Robin sonrió y fue la sonrisa más hermosa que había visto.

—Discúlpame entonces, joven, déjame llevarlo a casa.

Fue mi turno para reírme, y temblar al mismo tiempo.

—Ten, las necesitas más que yo.

Me dio sus guantes, quedaban enormes en comparación con mis pequeñas manos.

—Gracias, son muy cómodas.

Robin asintió, gustoso.

Me llevo a casa, entre risas y chistes malos, no hablamos de nuestras vidas, no era necesario.

—Hemos llegado, joven.

Se sentó en el borde de mi ventana, agradecí a los mil dioses que mis padres estuvieran en una de sus reuniones.

—La mansión Drake... —dijo pensativo— No sabía que tenían un hijo.

—Creo que para ellos sería mejor así.

—Entiendo, son unos idiotas al no darse cuenta del increíble hijo que tienen.

El frío se desprendió de mi cuerpo, mis mejillas se calentaron.

—Debo irme, fue un placer conocerte...

—Timothy.

Se movió para mirarme directamente.

—Un gusto conocerte Tim, soy Jason.

Jason fue el primero en decirme Tim, y fue la primera noche que pude dormir sin pesadillas.

Después de ese día no volví a acercarme a los vigilantes, mis padres me llevaron con ellos a China.

3 meses lejos.

Cuando volví Jason estaba muerto.

Todas las noches miraba las fotos que había guardado y sus guantes, no había tenido la oportunidad de devolverlos y ahora sería imposible.

Batman también había cambiado, la agresividad y el dolor nublaba su juicio.

Un año después de volverme Robin, conocí a Bart, llegó a mi diciéndome "jefe", era más pequeño que yo y su energía risueña era contagiosa.

Fue ahí cuando liberamos a Connor de Laboratorios Cadmus, un clon de Superman con genes de Lex Luthor.

Batman estaba enojado conmigo pero sabía que también estaba orgulloso.

Bart resultó ser del futuro, nieto de Barry Allen, tuvo que quedarse en Central City hasta que Flash estuviera seguro de su identidad y además le servía para conocer a sus demás familiares.

Connor fue recibido en la mansión, Superman parecía desconfiado y aún no lo aceptaba.

En pocas semanas Connor y yo nos volvimos cercanos, le enseñé todo lo que sabía sobre el mundo, él parecía un cachorrito emocionado por aprender.

Sus poderes incrementaron poco a poco hasta el máximo de su potencial.

En una de las misiones Connor evitó que un tren estrellara con una escuela, Superman lo aceptó después de eso, lo llevaron a Kansas con los Kent.

Al principio nos encargamos de las misiones pequeñas de la Liga, hasta que llegó Cassie.

No teníamos un lugar propio para reunirnos.

Superboy e Impulse fueron llevados al espacio junto con Superman y Flash.

Batman también fue con ellos y yo me quedé en Gotham, a veces Dick me llamaba para hacer de refuerzo en las misiones con los Titans y me quedaba con ellos.

Después de Red Hood las cosas cambiaron, los Titans se disolvieron.

Garth murió a manos de Slade, Donna volvió a Themyscira y Roy decidió trabajar por su cuenta.

Wally optó por retirarse, no se involucró en ninguna misión de la Liga pero seguía ayudando de vez en cuando.

Dick volvió a Blüdhaven.

Por varios meses Red Hood salió del radar y Batman tampoco tenía muchas ganas de encontrarlo, no estaba listo para ver a su hijo.

Durante esos meses me quedé en casa de los Kent, mientras me recuperaba.

Connor, Bart y Cassie seguían yendo a misiones y Batman me daba algunos cosos pequeños para que yo investigará sin necesidad de salir.

Mis heridas sanaron y volví a Gotham.

Empecé a buscar a Jason, me negaba a darlo por perdido.

La perspectiva de RobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora