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—¡Es tu turno Marinette!

Ya lo sabía, aún así le agradecí con un asentimiento de cabeza y salí, manteniendo mi paso firme en ese corto recorrido bajo la luz de los flash y el sonido de los aplausos, llegué hasta el frente, cambié de pose y regresé.

Solo fueron unos segundos los que tuve que esperar a que el gran Gabriel Agreste se situó a mi lado. Entrelace mi brazo con el suyo, las luces se centraron en nosotros mientras avanzamos de nuevo hasta el frente de esa pasarela.

Comenzaron a hacerle preguntas respecto a su nueva línea de ropa de temporada, pero yo solo me limitaba a sonreír y mirar disimuladamente alrededor.

Ningún rostro conocido, eso era fantástico.

Tenía miedo que al regresar a París me encontrara con alguien de mi pasado, no quería iniciar esa nueva etapa de mi vida de esa forma.

El desfile y las preguntas terminaron, y cuando llegué junto con Gabriel a mi camerino, me sentí aliviada.

—Estuviste perfecta, y ese vestido —tomó una de mis manos para hacerme girar sobre mi eje. —Simplemente, fue hecho para ti.

Se acercó a darme un beso en la mejilla, y yo le sonreí en respuesta.

—El vestido es hermoso, no podía esperarse menos que del mejor diseñador.

Él sonrió con suficiencia ante mí cumplido.

—Te espero en el auto para ir a cenar, ¿te parece?

—Claro, solo dame veinte minutos.

—Puedes tardarte todo lo que quieras.

Besó el dorso de mi mano para posteriormente salir de mi camerino.

Deje de sonreír, pasando el dorso mano por mi mejilla donde él me había besado hace un instante.

Gabriel era atractivo, pero podía ser mi padre. Aunque obviamente no le haría creer eso, no mientras me sea útil.

Me quite el vestido cómo pude, colocándolo en el perchero antes de buscar mi ropa en una maleta que deje sobre el sofá antes del desfile.

Mi vista cayó sobre el espejo, viendo mi reflejo en ropa interior.

Me había costado años bajar de peso, años de tratamientos, dietas... y aún así, no me gustaba lo que veía.

Pellizque la piel de mi abdomen, giré e hice lo mismo con mis muslos.

¿Habré subido de peso durante el viaje a Francia?

Esa preocupación no me abandonó en ningún momento, por eso durante la cena con Gabriel en uno de los mejores restaurantes de la ciudad pedí una ensalada y un vaso de agua, intentando hacerlo hablar para que no cuestionara nada cuando deje la mitad de mi plato.

Me llevó al hotel donde me quedaría de momento.

Todavía no tenía muy claro qué pasaría. Era mi deber acompañar a Gabriel a todos lados al ser su modelo principal sin mencionar la relación que él creía que teníamos.

No sabía cuánto tiempo nos quedamos en París, solo esperaba que no fuera mucho.

—Oye amor, mi hijo está en esta ciudad.

Adrien.

—Lo sé, me lo dijiste antes de venir.

—Quiero que te conozca.

Los colores abandonaron mi rostro y mi boca se entreabrió por la sorpresa.

¿Conocer a su hijo? Dejando de lado que estaba hablando del chico del que estuve enamorada por primera y única vez, conocer a su hijo sería hacer nuestra relación sería.

Lo nuestro no tenía etiquetas, él podía hacerme halagos, besarme, abrazarme, hablar de lo que quisiera conmigo y yo en recompensa recibía regalos, viajes o cualquier otra cosa.

No me interesaban esas cosas, mi objetivo era otro pero de momento debía mantener las apariencias de que me gustaba por lo menos.

Hablar de amor ya era completamente otro nivel.

—Bueno, trabajamos juntos así que creo que será bueno que él conozca con quién trabajas.

—No Marinette, quiero presentarte cómo mi pareja.

¿Su pareja? ¡Eso cambiaría completamente mis planes!

O... tal vez no sea mala idea, no si Adrien no fuera su hijo.

—¿Crees que es una buena idea? Digo, me encantaría conocerlo pero no quiero que piense mal de mí.

—No tiene porque pensar mal de ti cariño.

—Me refiero a que puede pensar que estoy contigo por interés —y así era.

—Por eso quiero que te conozca, para que sepa la maravillosa mujer que eres.

¡¿Qué hago?!

Si volvía a ver a Adrien, ¿los sentimientos que estaban ahí volverán a surgir?

Ya me ponía nerviosa escuchando su simple nombre.

—Está bien, pones el día y la hora y yo estaré ahí.

[...]

Punto bueno, Gabriel estaría seguro de que no voy detrás de su dinero cómo algunos medios rumorean.

Punto malo, no quiero una relación, eso me ataría a Gabriel.

Punto bueno, sería más fácil para mi ser su socia, quizá él lo proponga sin que yo tenga que sacar el tema.

Punto malo, Adrien me podría detestar.

Punto malo, Adrien podría descubrir mis verdaderas intenciones y todo mi esfuerzo se iría al demonio.

Punto malo, toda esta frustración y la ligera cena comenzaban a darme hambre.

Levante el teléfono para llamar a servicio al cuarto, sin importarme que pasaran de la una de la mañana.

—Podría traerme una hamburguesa con queso extra, unas papas fritas con todo, y un helado de chocolate por favor, rápido.

Me senté en la cama, mordiendo mis uñas mientras pasaba los canales en la televisión, encontrando un canal internacional donde hablaban de la panadería de mis padres, reconocida por ser de las mejores en Nueva York.

Mis padres... Me dolió dejarlos hace un año para comenzar a modelar para Gabriel 's.

Aun recuerdo la desilusión en sus rostros cuando les dije que dejaría la universidad, después de todo lo que hicieron por mi...

—Servicio a habitación.

El toque en mi puerta me sacó de mis pensamientos. Me levanté de la cama para atender, pidiendo que dejaran el carrito con la comida a un lado de mi cama.

Comencé a comer, dando grandes mordidas a todo, importandome un carajo si me manchaba los dedos, el rostro o mi pijama.

En menos de veinte minutos, en los platos solo había migajas.

Aun con el recipiente de helado en mis manos y la cuchara en mi boca, un gran remordimiento me invadió.

Deje todo sobre el carrito antes de levantarme de la cama y camine al baño, obligándome a devolver todo lo que había comido en el excusado.

No volvería a esos tiempos, haría cualquier cosa por ello.

BELLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora