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Cómo han sido en los últimos días, me desperté por la llamada del rubio en la mañana, quien ya regresaba del gimnasio y se arreglaba para ir a trabajar. Hablamos alrededor de quince minutos antes de finalizar la llamada.

Con toda la calma del día me levanté de la cama y me preparé para salir a correr, aunque hoy no tenía muchas ganas de ejercitarme. 

Continuamente regresé al hotel, me di una ducha y me aliste para la cita con el nutriólogo.

Me molestó bastante que Gabriel solo me mandará un mensaje con la dirección y me dijera que me presentara al medio día, nada más.

No quise discutir con él y tampoco le di mucha importancia, le respondí un gracias y me fui a dormir. 

Y ahora, aún con más de dos horas de sobra, me encontraba desayunando en el restaurante, un poco de fruta picada, un café y un croissant mientras veía y actualizaba mis redes sociales. 

Ya tenía tiempo que no lo hacía.

—¿Te importa sí me siento contigo? 

Levanté la vista ante aquella petición, encontrándome una vez más con sus ojos azules. 

Pero en esta ocasión, llevaba una camisa blanca y pantalones de vestir, se veía más formal pero a su vez, casual sin exagerar. 

—Yo no— comienzo a negarme, con claras intenciones de levantarme cuando él se sienta frente a mí. 

—Sé que te incomoda mi presencia, y lamento mucho que sea así. Sin embargo, yo en verdad busco caerte bien, ser tu amigo. 

—¿Mi amigo? 

—Sé que suena extraño y más por la forma en la que nos conocimos, pero desde que te vi, quedé encantado de ti. 

No puedo evitar sonrojarme por ello, ya que nunca me había pasado que un hombre que no conocía de nada, con el qué tuve mi primera vez y que además, es demasiado atractivo para no admitirlo, me confesara sus sentimientos tan abiertamente, y que no flaqueara al respecto. 

—Tengo novio.

—Lo sé, y lo último que quiero es que tengas problemas con él por mi culpa. Por eso solo quiero ser tu amigo, que recurras a mí cuando necesites a alguien con quien hablar y no estés sola en la barra del bar. 

Está vez siento que mis mejillas completamente rojas, por lo que tomo un trago de mi café para disimular.

—¿Por qué harías eso? —preguntó, aún con desconfianza.

—Te lo dije, creo que esa noche que conversamos, nos conectamos muy bien. Todo lo que conversamos, fuiste honesta conmigo y era obvio que necesitabas hablar con alguien. 

Bueno, eso era cierto en ese momento, pero ahora tenía a Adrien y era una situación más complicada. 

Y mentiría si dijera que Luka no me agradaba, ya que incluso ahora seguía siendo agradable su compañía.

—¿Y qué haces en un hotel? ¿No eres de aquí? —cambie el tema, volviendo a acomodarme en mi silla mientras él le hacía una seña a uno de los camareros. 

—En realidad nací aquí, regresé después de unas largas vacaciones en el extranjero. Mi trabajo, mi familia y mis amigos están aquí, en París. Me estoy quedando en este hotel mientras encuentro un lugar para rentar, soy más independiente y no me gusta incomodar a mi familia.

—¿Y porque te tomaste unas vacaciones tan largas? —volví a preguntar con curiosidad. 

Durante todo este tiempo fuera de París, no había podido hacer amigos, solo tenía a Gabriel y tal vez a Nathalie, pero no era lo mismo que tener a un amigo con quién salir, confesarle cosas, entre mucho más. 

BELLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora