La ubicación de la residencia y empresa de Gabriel en París las conocía a la perfección, después de estar enamorada de Adrien por años y conocer todo de su vida, no era algo que podría olvidar con facilidad.
Desde que supe que vendría a Francia, no pude evitar preguntarme ¿Adrien me habrá olvidado?
Después de irme de Francia, mis padres no querían que tuviera ningún contacto con nadie de los que alguna vez fueron mis compañeros, por lo que al llegar a Nueva York me quitaron el celular y en su lugar me dieron uno nuevo, prohibiendome usar redes sociales y solo mantener contacto con alguien por fines académicos.
No hice nuevos amigos ni me enamoré de nadie más, no tenía tiempo para eso cuando debía bajar sesenta kilos y no morir en el intento.
Moví la cabeza a los lados como si eso me ayudará a alejar esos pensamientos, empujando la puerta de la oficina de Gabriel.
Él estaba sentado detrás de su escritorio, con una mano sostenía su celular contra su oreja y con la otra pasaba unas hojas de un lado a otro.
Me hizo una seña para que entrara, y le obedecí, sentándome en una de sus sillas frente a él, aprovechando que estaba ocupado para buscar mi botella de agua de mi mochila.
—¿Vienes de hacer ejercicio?
—Sí, salí a correr en la mañana y apenas recibí tu llamada solo pude bañarme y venir.
—Lamento eso, pero quería —su mirada recorrió mi rostro detenidamente, frunciendo el entrecejo ligeramente. —¿Estás bien? te ves pálida.
Obviamente sería así si en la noche me pasé cinco minutos vomitando, en la mañana solo desayune un poco de fruta y acabo de correr diez kilómetros.
—Anoche me dormí un poco tarde y creo que me está pasando factura, no importa, ¿qué era eso que querías decirme? parece ser importante.
—Lo es, hable con Adrien anoche y también quiere conocerte, quiere que vayamos a cenar a su departamento.
Eso fue más pronto de lo que esperaba, los nervios comenzaron a crecer en mi interior sin que pudiera contenerlos.
—¿Le hablaste sobre mí? ¿qué le dijiste?
—La verdad, que te conocí en el trabajo y que empezamos a tratarnos hasta llegar a este punto.
¿Le habrá dicho mi nombre? ¿Sabrá que soy yo, la chica que conoció hace años?
—Pensé que me dirias cuando eso sucediera, que esperarias a que yo—
—Lo siento querida pero voy a tener una entrevista en unos minutos, ¿nos vemos para comer?
Me interrumpió, importandole un demonio lo que tenía que decir. No era una novedad, y siempre que sucedía me enfurece.
—No puedo, tengo que ir al banco en la tarde.
Mentira, pero no me importaba.
—Entiendo, supongo que pasaré por ti en la noche para ir a la cena.
—Cómo sea.
Murmure en voz baja, levantándome de mi asiento para salir de esa oficina.
Abrí la puerta casi violentamente, solo que al salir no ví a la persona que estaba frente a mí, a punto de tocar la puerta.
—Lo siento, la recepcionista me dijo que podía pasar, vengo a entrevistar al señor Agreste.
—Adelante.
Me hice a un lado para dejarla pasar.
—¿Marinette?
Me llamó por mi nombre, sorprendiéndome inmediatamente. La mire fijamente, piel morena, un lunar a un costado de su frente, cabello planchado perfectamente, lentes…
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BELLE
FanfictionTodo comenzó cuando tenía dieciséis años. Sí, a esa edad abrí los ojos y la mentira en la que había vivido durante bastante tiempo me golpeó en el rostro. ¿Quién dijo que no debía preocuparme por mi apariencia, ya que lo que más importaba era lo que...