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La palabra “sorpresa” se queda corta con lo que estoy sintiendo en este momento. 

Y sé que mi reacción no es buena y mucho menos lo que espera Luka por su semblante afligido.

—Escucha, no quiero que te sientas incómoda. De esa puerta para allá, todo será profesional, todo lo que me digas no saldrá del consultorio si es lo que deseas. Y si decides no volver a dirigirme la palabra también lo entenderé. 

Bueno, eso era un poco extremista.

—No tenías por qué mentirme. 

—No quería hacerlo, en realidad, no tenía idea de cómo lo ibas a tomar. A mi también me tomó por sorpresa cuando Gabriel Agreste me mandó tus datos y agendó una cita. Hasta ese momento descubrí que tú eras la chica que conocí aquella noche. 

Definitivamente, cada que hiciera mención de aquella noche no podría evitar ponerme roja y desviar la mirada.

—Está bien, entremos. 

Lo último que quería hacer era entrar en estos momentos a esa consulta, pero sabía que Gabriel me preguntaría al respecto ¿y cómo le explicaría que no quería entrar porque mi nutriólogo también es la persona con la que pasé una noche?

—¿Segura? 

Se detuvo un momento antes de entrar, pero yo solo asentí con la cabeza y me adentré al consultorio, dejando mi bolso en una de las sillas frente al escritorio antes de tomar asiento, distrayendome mirando a mi alrededor. 

Debía reconocer que me gustaba la decoración, además que entraba demasiada luz. 

—De acuerdo— finalmente entró al consultorio, tomando una bata blanca de un perchero y poniéndosela antes de tomar asiento frente a mí—. Usualmente no me pongo la bata, pero está es nuestra primera consulta. 

—Está bien, no me molesta —confesé, frotando mis manos en mi regazo.

Comenzó a hacerme varias preguntas para llenar mi historial clínico, me pesó y tomó varias medidas. 

—Muy bien, ¿Podemos platicar un poco sobre tus hábitos alimenticios? 

Y justo esa pregunta es la que me hubiera gustado evitar.

—¿Qué quieres saber? 

—Quiero saber más sobre tus preferencias, qué sueles comer durante el día, que alimentos no te gustan, entre otras cosas. 

No pude evitar relajarme al respecto, y al parecer él lo notó ya que sonrió por lo bajo antes de comenzar a hacerme otra vez otras preguntas. 

Y después de un rato más, dejó el lapicero a un lado. 

—Muy bien, eso sería todo para nuestra primera consulta. Me gustaría evaluar tus resultados y podemos vernos para una segunda consulta, ¿Te parece? 

La verdad era que no había sido tan malo como mis experiencias anteriores, donde Gabriel exigía dietas estrictas mencionando que era modelo, que necesitaba bajar tantos kilos en tanto tiempo y nunca le habían hecho una serie de preguntas respecto a sus gustos y necesidades. 

—Está bien, puedes mandarme un mensaje con la fecha y la hora y te confirmó, ¿Sí? 

Él asintió en respuesta, poniéndose de pie y yo lo hice después de él. 

—Perfecto, entonces, hasta la próxima cita. 

Estiró su mano frente a mí para que yo la estrechara, y eso hice, mirándolo después a los ojos. 

[...]

Me dejé caer en la cama en cuanto llegué a mi habitación, después de quitarme los zapatos y haber aventado mi bolso a un lado. 

BELLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora