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Recapitulando, Adrien me había besado y eso era algo que no esperaba en lo absoluto.

Segundo, ese era mi primer beso, porque desde que me fui no conocí a ningún otro chico, solo me enfoque en mí físico y mis objetivos.

Y con Gabriel, bueno, nunca ha pasado de un beso en la mejilla y tomarnos de la mano.

Y regresando al primer punto, ¡Adrien me había besado! 

Y no solo eso, me había dicho que me extraña a la par que pasaba un mechón de mi cabello por detrás de la oreja.

Por un momento creí que una cámara saldría de su escondite y me dirían que está era solamente una broma.

Pero eso no ocurrió y yo seguía igual de confundida.

—Cuando te fuiste sin despedirte, sentí que el mundo se me venía encima. No sabía dónde estabas y tampoco respondías mis mensajes, estaba muy preocupado por tí.

Me confesó, y la tristeza en su rostro era tan obvia que era imposible decir que estaba mintiendo.

—Yo… tenía que irme —murmuré, bajando la vista a mi regazo.

—Lo sé, Kagami me contó lo que ocurrió ese día —respondió—. Lamento no haber estado para tí cuando más lo necesitabas.

Una de sus manos buscó la mía, entrelazando sus dedos con los míos.

Una corriente eléctrica recorrió mi columna vertebral al mismo tiempo que un calor intenso se instalaba en mis mejillas.

—No… no era tu obligación, yo no… tú no…—

—Aun así, lo lamento —volvió a disculparse, volviendo a deslizar sus dedos por debajo de mi mentón.

Eran obvias sus intenciones de volver a besarme, pero algo dentro de mi me decía que tenía que detenerlo.

—Espera.

—¿Qué ocurre? 

¿Qué ocurre? ¡¿Cómo que qué ocurre?!

—Me besaste, y si no lo recuerdas, vine aquí como—

—Tu no estás enamorada de mi padre, ni siquiera lo quieres —aseguró, interrumpiendome.

—Eso no… no puedes—

Comienzo a ponerme nerviosa, porque si mantiene su afirmación, quiere decir que tiene una razón y justificación para ella.

—Fue difícil todo lo que tuviste que pasar bonita, no te culpo de nada ¿Sabes? Ni siquiera tienes que darme alguna explicación si no quieres. Simplemente estoy feliz de volver a verte.

En esta ocasión me estrechó en sus brazos en un abrazo que solo terminó de confundirme aún más.

¿Estaba soñando acaso? 

¿Mi primer amor de adolescencia realmente me estaba diciendo esto?

¿Qué diablos estaba pasando? 

Ni siquiera tenía el valor de preguntar, y por fortuna o desgracia no tuve que hacerlo, ya que Adrien unió sus labios a los míos por segunda vez en la noche, y aunque en esta ocasión sí me di cuenta de sus intenciones, no hice nada para evitarlo.

Permití que me besara, que sus dedos acaricien con delicadeza el contorno de mi cara al mismo tiempo que un suspiro se escapaba de mis labios.

Esto era tan irreal que no me sorprendería despertar del sueño.

Me estaba dejando llevar, y vaya que lo estaba disfrutando.

Las caricias, los besos, el ambiente, todo era perfecto.

BELLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora