🌸 Capítulo uno 🌸

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Primera mirada.

Empezar en una nueva escuela puede ser toda una aventura o una total tortura. En mi caso, es difícil poder discernirlo ahora, porque todo es muy precoz y algo ambiguo. Aunque la realidad es que fantaseaba con encontrar un chico que llamara mi atención, pero para ser sincera, no tenía muchas esperanzas de que eso realmente ocurriese. Ya que en líneas generales es bastante difícil, por no decir imposible, que alguien llame mi atención.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, un día eso cambió, cuando crucé una mirada rápida con él, un chico desconocido de hermosos orbes dorados; y algo en mí se movilizó. Era extraño, estaba muy cautivada. Quería seguir viéndolo, pero debía entrar a clases, y él iba a otro curso. No tengo idea de como se llame, ni mucho menos que edad tenga. Tampoco sé a que curso va exactamente. En conclusión, sólo sé que tiene una mirada preciosa, angelical y llena de fulgor.
•••
Creí que ya no lo volvería a ver, pero…para mi buena suerte, estaba equivocada. Todos los días debemos hacer hileras frente al escenario, cada curso tiene su propia fila mixta. Casualmente, voy primera o en su defecto, segunda. Y adivinen…¡Sí! Él está tercero en su fila y no sólo eso, su hilera va siempre junto a la mía. Entonces, al tenerlo a tan pocos metros, puedo disfrutar de ver su etérea mirada. Yo creí que sería algo pasajero, y que después de verlo varias veces, esa loca obsesión por observarlo, desaparecería. Y es que es una locura, amo su mirada, y eso que aún no pude conocer su sonrisa, debido al fastidioso, pero muy necesario, cubre bocas.
•••
Los días pasaron y realmente no pensaba demasiado en él. Lo solía recordar cada que cruzaba el umbral de la puerta principal de la institución, dado a que ya sabía que se encontraría allí parado. Lo miré una o dos veces más y ya. Creí que mi interés se esfumaría y ya dejaría de interesarme, pero...

De nuevo me equivoqué.

Lo había visto al principio de la jornada, en la entrada y creí que ya no lo vería hasta el final del día, cuando nos formáramos para despedirnos e ir a casa, pero ese día, estábamos teniendo una jornada recreativa, por lo que todos los alumnos estaban dispersos, entrando y saliendo de la institución a su gusto, como si aquello fuese un día de picnic. Había pasteles, y demás bollería, siendo repartida por diferentes preceptoras. Yo tenía frío, entonces, me quedé taciturna en un rincón, al lado de la exuberante puerta principal. Observando a todos los que pasaban riendo, comiendo y charlando muy animados.

Todo era normal, repetitivo y por ello, aburrido. A mis albos pensamientos huecos, llegó él :

Quiero verlo. ¿No pasará por acá? ¡Vamos, aparece! ¡Quiero verte! —eso, era todo lo que resonaba en mi ansiosa mente, que anhelaba con fervor volver a verlo. Y… ¡Pum! Como por arte de los arcángeles, apareció frente a mí, con una amiga y un amigo. No pude evitar clavar mi mirada en él, creyendo que no lo notaría, pero, al parecer sí lo hizo. Lo supe cuando nuestros orbes se encontraron unos efímeros segundos, que lo fueron todo para mí. Luego se perdió en el tumulto de alumnos, volviéndose casi imposible verlo. Lo perdí de vista al instante, pero estaba feliz de haberlo visto dos veces en un mismo día, pues al finalizar el día de hoy, cuando lo vuelva a ver en la salida, serán tres gloriosas veces las que pude verlo.

Dos horas después, la campana sonó, era hora de irnos. Perdón, me corrijo, era hora de verlo.♡ Bajé la escalera lo más rápido que pude, para quedar primera en la fila y tener la mejor vista de sus acaramelados orbes. Lo observé, mientras frente a mí, estaba la directora clamando encolerizada por una mochila que había desaparecido. Pero eso, estaba muy lejos de importarme. Toda mi atención estaba puesta en él, en su anatomía; para ser más específica, desde mi punto de vista, sólo veía su nuca y hasta eso me parecía hermoso. Su cabello es sedoso, de un negro profundo y es fácil darse cuenta que es bastante más alto que yo, pero nada me impide apreciarlo desde la lejanía.

Él pareció percibir mi intensa mirada enfatizada en su nuca y comenzó a dar ligeros giros cautelosos, para observarme un ínfimo segundo. En cambio, yo estaba tan embobada que no podía quitarle la mirada de encima, y es que él se había quedado volteado en mi dirección, observando al dueño de la mochila extraviada, dándome la idílica oportunidad de verlo por varios minutos. Mi mirada fue tan intensa, que se puso nervioso. Lo noté porque en cuanto yo desviaba la mirada mínimamente, (para no ser más obvia, de lo que ya estaba siendo) su mirada se posaba en mí. Entonces yo volvía mi vista a él, nuestras miradas se entrelazaban un efímero segundo y perdían contacto, debido a que no lograba sostenerme la mirada por más de dos parvos segundos. Lo cual me hizo sonreír, se me hacía muy tierno. Finalmente, después de casi cinco minutos de interminable reprimenda por parte de la directora, a todos los cursos presentes, nos despidió y por fin nos iríamos a nuestros hogares. Algo que hace feliz a cualquiera, eso hasta que recordé que era viernes y no lo volvería a ver hasta el lunes. Pero, buscándole el lado positivo, estaba feliz y sumamente agradecida de haberlo visto tantas veces en un mismo día.



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🌸Su mirada me tiene cautivada🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora