VIII: Lealtad Pt. 2

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Capítulo 8: Lealtad.

Intentó en su lugar escribir solo y sin ayuda sobre aquellas hojas negras. Sujetaba entre sus dedos el bolígrafo de tinta blanca que hacia juego con su libreta de regalo.

Intentó por su cuenta recordar con ahínco las escenas que a la Omega solía decirle, una tras otra en el mismo orden desde que empezó.

Pero no consiguió nada, aunque de nuevo lo intentó.

Una.

Dos.

Cinco.

Siete veces más.

La cabeza le dolía de tanto pensar y el tiempo se esfumó de su concentración como para que tuviese una idea de cúanto le tomó insistirse a sí mismo en ver más allá de los altos y negros árboles como de oír otras voces a parte de los gritos y los gruñidos emitidos en medio de una pelea.

Era lo mismo.

La misma escena.

Y el mismo lugar.

Justamente aquel lugar que podía visualizar tras el cristal de la ventana.

Aquel lugar al que miedo le tenía desde su sitio en la puerta de la casa.

Exactamente a aquel lugar que tenía frente a sus ojos en medio de la cálida tarde bañada de un sol apacible.

No supo cómo fue que llegó ahí, pero el enorme bosque de inmensa naturaleza y copas danzantes al son del viento le saludaron con su sonido áspero entre la suave briza.

Admiró con cuidado el lejano interior tras la malla metálica que le impedía el paso, y una curiosidad en su interior floreció.

Porque le entró la esperanza de que enfrentando el único escenario que recordaba pueda ayudarle a recuperar una memoria importante que las restantes y ya conocidas no le aportaban.

"Me pregunto, si tan solo pudiera...".

Quería ir o tal vez no; la sensación de voluntad no era tan fuerte pero sí estaba presente en hacerle moverse para intentar llegar hacia allí. Pero se abstuvo de hacerlo cuando los pasos delicados de otra persona llegaron a sus oídos y al girarse para encontrarla, la mirada interesada de EunJin posada a su lado le saludara.

―¿Todo bien? ―Quiso saber al verle bien.

―Ah, eso creo.

No fue muy conforme ni segura esa contestación. Tomando del hombro ajeno, insistió. Puesto que ya parecía conocer cuando el Alfa traía algo consigo para confesar en verdad.

―Oye, puedes decirme lo que sea. ¿Qué pasa?

Presionó sus finos labios y miró hacia sus pies; no estaba seguro en si decirle lo que pensaba.

―Yo... ―La miró a los ojos y después hacia el bosque:―quiero salir.

La más baja no encontró nada de preocupante en ello como para que él luciese mortificado, le dijo con tranquilidad: ―Y puedes hacerlo, no estás encarcelado aquí.

Parecía que no le comprendió bien y negó, ella a cambio enarcó una ceja sin entenderle ésta vez a su punto.

―Me refiero a que- quiero entrar.

Y ambos, miraron hacia más allá el lugar frente a ellos, contemplando su presencia en ideas contrarias en sus pensamientos.

―Ya veo. ―Lee por su parte, guardó silencio por un largo tiempo y asintió finalmente armándose de valor en dejarle.

⊰∙∘"Yo... te recuerdo"⌑˙•˚ [M.YG] {A.A}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora