Capítulo XVII

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El significado de las cosas no es siempre el que deseamos obtener, pero sí el que necesitamos comprender. Cuando Vanessa terminó conmigo, al principio no entendía por qué, y era porque no me había puesto a pensar en todo el daño que le hice con esa relación; no entendía que ella necesitaba también su propio espacio, y sólo quería que estuviera en mi espacio, sin dejarla ir al suyo ni por un minuto.

Cuando terminé con ella creía que el mundo se me venía abajo; pero con el paso del tiempo entendí que eso nos sucede cuando cualquier cosa demasiado personal ve su fin. Creemos que es el fin del mundo, y no. Sólo es el fin de tu etapa con aquello, o con aquella persona. Siempre he dicho que la vida es como un viaje en tren: Uno se sube en un vagón, y hay gente que se sube a tu vagón por un tiempo, pero no entendemos que tarde o temprano hay una estación en la que se tendrán que bajar, así como hubo una estación en la que subieron. La gente no es perpetua; nada lo es, en realidad. El tiempo es infinito, pero todo lo que el tiempo regula, no lo es. Todo tiene un principio y un fin; son antónimos recíprocos por naturaleza. ¿Qué es el principio? El opuesto del fin. ¿Qué es el fin? El opuesto del principio.

Ahora bien, hay que decir que hay de finales a finales, así como hay de principios a principios. Dije que hay principios paulatinos y principios "de golpe", pero también hay que decir que creo yo reconocer finales significativos y finales insignificantes.

La diferencia entre ambos es simple, y el adjetivo que se les suma, la define por sí mismo: Un final significativo es aquel que nos brinda la oportunidad de aprender de él, o que por lo menos representa algo en nosotros. Un final insignificante es aquel que dio término a un proceso, sin que ello representara necesariamente algo más allá que el término del proceso.

Los finales significativos son incluso la pauta que crea un inicio paulatino, siempre que cumpla con las características necesarias para que, a partir del fin, nazca el principio, como un fénix temporal que nos hace reflexionar sobre cómo la muerte a partir de ciertos elementos puede brindar vida, como un concepto existencial que nos rige en un ciclo perfecto, en una relación de ganancia con la pérdida.

Los finales insignificantes son los más tristes e inútiles que pueden existir. Un final insignificante únicamente se da en ambientes insignificantes; para que algo termine insignificantemente, es necesario que siempre haya estado falto de significado, y para que un proceso, una etapa, una parte de nuestra vida haya estado falta de significado, quiere decir que no valió la pena en realidad; desperdiciaste tu tiempo en vano. No hay nada más triste e inútil que desperdiciar tu tiempo; porque es la única cosa del mundo que nunca puedes recuperar u obtener del todo.

El final de mi relación con Vanessa fue en parte insignificante y en parte significativo.

Fue por un parte significativo, porque me enseñó por primera vez cómo no debe ser una relación, y me enseñó también una faceta de mí mismo que no conocía hasta entonces, fuera de los limitantes imaginarios de mi mente.

Por otra parte, fue un final insignificante, porque es una etapa de mi vida que no representó nada para mí; como lo dije no sentía amor por ella del todo, sino una simple atracción, que confundí con amor al no saber lo que el amor era, y cuando terminamos, seguimos siendo amigos, como si esa etapa nunca hubiera pasado; como si estuviera entre comas o paréntesis, de forma interruptora o adicional, sin representar nada para la línea principal. Al menos no para mí; porque para ella es algo que la marcó mucho más que a mí; para ella fue un final insignificantemente significativo; como una vez me lo dijo: "La manera más linda de desperdiciar mi tiempo".

Vanessa y yo seguimos siendo amigos, y no cambió casi nada entre nosotros, más allá de los motes cariñosos y la atención demandante que se esfumaron con la relación. Ella nunca volvió a amar a nadie; no de la forma en que me amó, según decía; y se quedó sola, hasta la fecha. Nunca se volvió a enamorar. Yo no tuve esa fuerza de voluntad para controlar mis sentimientos y, por el contrario, siempre me abrí al amor en formas muy diferentes.

-Vanessa sintió cómo sus ojos se inundaban de lágrimas al ritmo que seguía leyendo esas líneas, y pensó: "Lamento haberte amado tanto. Muchas veces me creí capaz de superarte, y me prometí cambiar, pero nunca pude..."

Era una pena ver que Vanessa sufrió tanto por mí; nunca hubiera podido imaginar que su corazón no volvería a ser el mismo. Para mí terminar con ella fue un proceso largo, pero aún así, no tan doloroso como yo pensaba que lo sería, en parte también porque ella hizo que fuera así.

Yo, como ya lo dije, me abrí al amor de formas diferentes. La siguiente relación que tuve después del "accidente sentimental" con Vanessa, fue algo muy extraño para mí; era algo que nunca me había cuestionado, y aunque no me gusta hablarlo, es necesario ahora que intento confesar de forma muy general todo lo que me llevó en mi vida a tomar malas decisiones.

Alex Thompson, ahora capitán de la policía de Chicago, alguna vez fue nada más que un policía callejero; un patrullero común y corriente. Alex siempre fue amigo de mi papá, porque se conocieron precisamente en la academia de policía.

Mi papá murió cuando yo tenía 17 años, el 27 de octubre de 2002, a unos días de la fiesta de Halloween que organizaba cada año en nuestra casa para todos sus compañeros de la policía, y sus hijos. La fiesta se suspendió e hicimos su velorio entre adornos de murciélagos y calabazas, que él ya tenía listos desde la semana anterior a su muerte. En esos momentos me encontraba en un muy mal momento; a pesar de que mi padre nunca fue demasiado apegado a mí, era la única persona con quien compartía mi vida después de todo. Yo me sentía confundido, solo, deprimido incluso; no quería hablar demasiado con nadie, no más de lo suficiente. Pero hubo una persona que me producía cierta seguridad hasta cierto punto: Alex Thompson.

Cuando estaba con Alex, me gustaba platicar con él de mi papá. Me gustaba que me dijera cómo solía ser mi padre cuando eran jóvenes; él siempre me contaba la misma historia:

"Cuando tu papá y yo éramos jóvenes, solíamos ir a jugar fútbol en las canchas de la academia de policía; después de un largo día estudiando o entrenando, nos gustaba relajarnos ahí; sentíamos que el sudor era una forma de liberación, y lo veíamos como la representación física de esa liberación, donde los problemas y las cosas negativas se escurrían por nuestra frente como gotas saladas de sudor". Tenía razón hasta cierto punto. Sudar es una acción natural cuando nos esforzamos en hacer algo. Esforzarnos en hacer algo quiere decir que lo hacemos con pasión. Hacer algo con pasión quiere decir que nos gusta lo que hacemos. Hacer lo que nos gusta es liberador, y es un efectivo analgésico natural contra la depresión, y otros trastornos mentales.

Desearía haber recordado eso antes de cometer tantos errores... 

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