Capítulo 4

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|Victoria|

Me tropecé con mis pies pero me enderecé rápido para no caer mientras el Nico tenía su brazo sobre mis hombros. Noté que trataba de no dejar mucho peso sobre mi aunque no funcionaba mucho, pero caminaba medio derecho y eso ya era algo.

El Alex bajó el vidrio y nos miró cómodamente desde el auto. — Si se apuran no me enojo.

Lo miré sobre el hombro — Callao vo' — Le dije y me volví a tropezar al pisar el cordón de mi zapatilla pero me alcance a equilibrar aunque el Nico poniendo su otra mano adelante para sujetarme si me caía, aunque nos hubiéramos ido los dos de hocico.

— Cuidao'.

— Sin caerse po' — Dijo el Alex y esa vez ni me giré. Yo debería haberme quedado cuidando a la Sofi en el auto pero de la nada al Alex se le había pegado el poto al asiento y se quedó cómodo ahí siendo un hermano mayor preocupado, como dijo él.

Pasamos por la portería y un señor mira al Nico confundido. Cuando él lo ve le sonríe y le saluda con su mano.

— Hola, tío Felipe — Dijo él sonriendo pero se notaba por como las palabras parecían atropellarse en su boca que estaba medio curado.

El tío Felipe le devolvió el saludo riéndose un poco mientras yo sacudía la mano para saludarlo.

Es un señor ya mayor pero que parece tener mucha energía y algo en él me da buenas vibras, o algo así diría la Bianca. No conversamos mucho con él porque me concentré más en arrastrar al Nico a las escaleras, al llegar a ellas suspiré cansada con solo mirarlas.

— ¿Cual era tu piso? — Le pregunté al Nico.

— El siete. — Me sonrió, aún somnoliento pero parecía muy contento, todo lo contrario a mi al escuchar la cantidad de pisos.

— Ah... Bacán. — Murmuré con sarcasmo y fuimos a las escaleras. Traté de ocultar el estrés que me causaba no saber la hora exacta pero sabía que si sacaba el teléfono de mi pantalón seguro se me caía el Nico y me estresa más al ver que tan atrasada estaba.

Mejor empezar ahora con esos culiados siete pisos.

Empezamos a subir los primeros escalones muy muy lento, el Nico parecía marearse más con cada peldaño y tenía que casi arrastarlo como un cuerpo.

— Perdón. — Murmuró bajito mientras mira al suelo.

No le respondo. Debe ser algo de curado o no lo se. Subimos dos escalones más y se detiene, me giré viendo que parecia avergonzado de la nada.

— Perdón por atrasarte más. — Balbuceó como si de verdad le diera pena.

No pude evitar querer reir un poco por su carita como si lo fuera a retar pero eso cambio cuando noté que seguro estaba con cara enojada por estar en mi mundo y pasándome mis rollos en la cabeza. Debió creer que estaba estresada por él.

— No, no — Dije muy rapidito. — No importa, de verdad.

Me miró sin estar convencido y le sonreí para recalcar lo que dije.

— Lo prometo. — Le mostré mi meñique. — Pinky promesa.

Envolvió su meñique en el mío y asintió. Su semblante medio triste seguía pero al menos busco sonreir. Tal vez el alcohol lo hizo más sensible.

No hablamos más en el camino pero si lo miraba casi todo el rato, y él miraba mi zapato como si esperara que cayera por culpa del cordón suelto. Tardamos unos treinta minutos o tal vez más en llegar a su departamento por las pausas para descansar, los mareos y mis piernas acalambradas que temblaban como ramitas.

Nuestro desastre [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora