Capítulo 5

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|Nico|

Moldeo la arcilla en mis manos con más torpeza de lo habitual, mis ojos se sienten pesados y mi cabeza duele pero mucho menos que antes. Se supone que debería estar haciendo esta taza sobre la rueda giratoria y no con arcilla en frío pero estoy aún débil de la guata y solo imaginar hacer eso me provoca ganas de repetir lo de anoche.

Escucho a la Caty hablar al otro lado de la pared, seguro envolviendo un ramo que le vendió a alguien. Ella me había retado por llegar con caña y dijo que debería haberme quedado en casa, pero ya le había prometido venir a hacer tacitas juntos como casi todos los lunes en la tarde, aun cuando es el único día de la semana en el que no trabajo en la floristería.

La escucho despedirse y la puerta cerrarse, ella entra al taller pasando sus manos por su delantal con una sonrisa.

— ¿Sigues moldeando la arcilla? — Pregunta mientras se sienta junto a mi.

Asentí y vi mis manos manchadas y algo pegoteadas. No soy muy bueno en esto pero me gusta, es algo relajante de algún modo.

La tía Caty acomoda su cabello canoso y se hace un moño. — Ya, niño, deja de webear con mi cerámica y pasamela. — Dijo con un falso tono de desesperación. Me reí un poco y le dejé moldear la masa a su gusto.

Me levanté y caminé al lavamanos para quitarme los restos de cerámica.

— ¿Te sigue doliendo la cabeza?

Negué y sacudí mis manos mojadas. — Ya no tanto, su té de manzanilla mágico ayudó.

— Cualquier cosa me decí noma' y subo a hacerte otro tecito. — La casa de la tía está arriba de la floristería, ella me contó que su mamá y su abuela trabajaron mucho para hacer las modificaciones a la casita y hacer el primer piso su tienda de flores, luego heredó la casa con la tienda y la cuida con el mismo cariño.

— No se preocupe tía, estoy joya.

Me senté de nuevo junto a ella para verla terminar de darle forma a la taza. Me gusta acompañarla porque se que disfruta de nuestras charlas mientras ella trabaja y yo me distraigo en su pequeño taller de cerámica, y al mismo tiempo bodega donde guarda algunas flores o plantas.

— ¿Tu papá no te reto?

— Nah, regresa hoy en la tarde así que es un secreto. Igual fui por el auto súper temprano a la casa del carrete, estaba joya también.

Ella rodó los ojos y negó como si pensara que no tengo solución.

— Algún día te vas a mandar una cagada de la que no te podrás librar y ahí te querré ver — Terminó de moldear la taza y empezó a hacer el mango de la tacita.

Saqué mi teléfono y fue mi turno de negar, ella siempre está muy al pendiente de las embarradas que me mando porque le cuento todo, a veces hasta sin darme cuenta. Puede que me conozca mejor que mi papá a veces.

— Estaré bien, no te calientes la cabeza con lo que aún no pasa. — Dije buscando que se tranquilizara.

Se quedó callada así que creí que era fin de la conversación pero volvió a hablar, solo que no me gustó mucho el tema esta vez:

— ¿Cómo sigues con lo de la universidad, Nico? — Preguntó ella sin mirarme, su tono suena tranquilo pero percibo un poco de preocupación con curiosidad.

Me quedé callado un rato, pensando en qué decir. La respuesta seguirá siendo la misma que la última vez. Levanté la vista de mi teléfono unos segundos — Nada. Aún no me tinca nada.

Me devolvió la mirada solo un rato y luego siguió con su arcilla. No vi decepción pero algo me dice que eso sintió en el fondo. Ninguno quiso seguir con el tema y ella fue la primera en cambiarlo.

Nuestro desastre [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora