Capítulo 12

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|Victoria|

Sonaba "Everybody Hurts" mientras acariciaba al Mushu. El momento era para una película de los 2000s, para la parte donde a la protagonista todo le va mal (no acepte un beso) y no le queda más remedio que regresar a la casa de sus padres (de mi abuela) antes de que el amor de su vida toque la puerta (mi hermana) y les diga que vuelvan a Nueva York (a la plaza) para vivir juntos (a comer helado).

Me sentía mal, me dolía la guata pero era por el revoltijo de nervios que tenía, este dolor empeoraba cuando veía el mensaje del Nico donde me pedía que conversemos... Hace una hora lo pase a dejar en visto y me niego a levantar el teléfono.

— Dios. — Exhalo violentamente y el Mushu se da vuelta, dejando claro que quiere paz.

— VICTORIA — Grita con fuerza mi abuela. Se asomó por la puerta con cara preocupada. — Niñita, tu hermana está afuera, anda a recibirla.

¡El amor de mi vida en la puerta!

Corrí a la puerta pero ella ya estaba ahí. Su pelo rubio teñido y ondulado, ojos cafés como los míos, nariz perfecta muy diferente a la mía, sonrisa contagiosa y sus mejillas redondas rosaditas. El nudo en mi guata se apretó y aparecieron lágrimas en mis ojitos, ella hizo un puchero y me abrazó con fuerza.

— Mi Vicky — Me apretó en su abrazo de oso.

Ella es la única persona que me llama así, mi mamá me llama monita y mi papá igual, los demás Vi... Pero para ella siempre he sido su Vicky, tal vez porque Bianca y Victoria se pueden llamar "Bi" y "Vi". No sé, ella siempre será mi Dorothea, como esa canción de Taylor. Mi hermana, mejor amiga y amor de mi vida.

— Tengo mucho que contarte. — Me reí bajito.

Su risita me hizo lagrimear más. — Tu psicóloga personal está aquí, pero primero... — Me dio un besito en la sien. — Dejemos esto en mi pieza. — Recogió su bolso y le sonrió a la abuela.

Dejamos todo en su pieza y ordenamos, no tuvimos prisa. Me desconecte por esos momentos de mi nudo emocional, almorzamos las tres juntas en la terraza con el sol y las ensaladas de mi abuela. El Mushu igual recibió a la Bianca y regaloneo con ella durante la sobremesa. Después fuimos a mi habitación y al tirarnos a la cama, supe que tendría que contarle.

Cuando terminé de contarle todo, me miró confundida. — ¿Y te gusta?

Apreté los labios y aparté la mirada. — Tal vez un poquito, pero con lo que tenemos estoy bien.

Recibí un golpe de almohada en la cabeza. — ¡Pero me dijiste que le querías comer la boca!

Mi cara se calienta y me siento como una tetera hirviendo. Esta vez me toca darle un almohadazo, en respuesta se ríe y oculta su cara.

— ¡No me critiques!

— ¡No te critico! Trato de entenderte, me dices que estás bien con lo que tienen pero me dices que te la pensaste a la hora de comerte con él.

Cubro mi cara. Ella lo dice de una forma que suena muy poco romántica pero seguro así se ve desde afuera. El mundo no es mi burbuja de perfección rosa donde se todo, y es como las películas. Que estrés.

— Si, ya. Yo tampoco me entiendo.

— Tampoco le hay respondido el mensaje.

La miró mal. — ¿Me estas recalcando mis errores o entendiéndome?

— ¿Cuando he dicho que son errores?

Refunfuño y me atrevo a voltear el teléfono. El mensaje sigue ahí, sin respuesta de mi parte.

Nuestro desastre [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora