Capítulo 5

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El tan jurado viernes había llegado al fin después de una larga semana de espera (que en realidad, había contado de solo dos días lentísimos). Alya estaba más que ansiosa ya que se encontraba muy nerviosa de que llegara la noche, Ella estaba de acuerdo en que lo de ese día no fuera tan intenso, mucho menos con las conversaciones que había tenido con su madre anteriormente pues sabía con certeza el juicio que tenía por él. Tenía que seguir así que como todas las mañanas se alistó para ir a la preparatoria y comenzar su día.

Disfrutaba bastante las clases de literatura, leer o aprender acerca de autores que creía pudieran estar "adelantados a su época" era casi brillante a su parecer. Específicamente esa clase donde hablaban de La poeta aristócrata Safo de Lesbos, una voz femenina de la antigüedad.

Pero ¿Por qué creían que estaba adelantada a su época? Pues podría decir que a ella se le atribuía la naturaleza amarga del amor. En muchos de sus poemas que probablemente iban dirigidos a mujeres seguidoras de Afrodita hablaba acerca de su mal de amores, o de como observar a la persona que amas coquetear con otro hombre.

Alya no creía identificarse con eso, pero era bastante interesante el fragmento 31 de su poema:

Me parece semejante a los dioses ese

hombre que está ante ti

sentado y escucha la preciosa voz

de cerca

y la risa adorable que hace temblar

mi corazón en el pecho,

en cuanto te veo, se me va

el habla,

se me rompe la lengua,

me hormiguea un fuego impalpable,

mis ojos no ven, no oigo

claro,

transpiro de frío, un temblor

se adueña de mí, descolorida

como pasto seco, me

muero,

pero a todo hay que atreverse cuando nada se tiene."

No podía verse en esa situación, observar a la persona que amas enamorarse de alguien más, eso era bastante masoquista para su gusto, lo mejor era dejar ir a ambos para no lastimar a nadie aunque como podrías romperle el corazón a una persona que de verdad te ama, sólo existía una palabra para describir eso y era "complicado".

Espero no tener que estar en tu lugar querida Safo». Pensó despejando su mente un poco, la literatura es compleja pero eso no le quita lo interesante.

De repente, una voz grave interrumpió sus más profundos pensamientos o podría decirse que su disputa entre el poema y su vida pero para su mala suerte, cuando se giró para observar la entrada del salón solo pudo escuchar un breve:

— Gracias profesora.

Lo único que sus pupilas pudieron captar a tiempo fue la espalda de aquel chico que observaba a escondidas de todos. Había perdido la oportunidad de ver su rostro (de nuevo) por estar pensando estupideces, se maldijo internamente cuando escuchó a Julia llenando el silencio de sus incógnitas.

— Madre mía, la clase de literatura griega se tomó muy enserio hoy gracias a la presencia de ese chico, podría decir que el mismo Zeus lo ha enviado —Julia dijo con una risilla tonta mientras se abanicaba el rostro con una mano en un gesto exagerado.

AnathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora