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Abrí los ojos lentamente. Miré a mi alrededor. No recordaba nada de lo que había ocurrido en la UCI. Sólo sabía que Leyla se había ido sin decir adónde iba y dos horas y cinco minutos más tarde llegaron unos médicos porque había aparecido un donante de corazón para mí.

Vi que mamá dormitaba en el sillón en la esquina de la habitación. Con los ojos cerrados, parecía tranquila, aunque estaba más pálida de lo normal, tenía dos medias lunas de un morado intenso bajo los ojos y las pocas arrugas que tenía estaban más marcadas de lo normal, producto de la preocupación.

Me removí en la camilla con dificultad, despertando a mi madre.

—Ay, Marco, qué bien que te has despertado. ¿Cómo estás, cielo? —Ella se levantó y se acercó a mí.

—¿Y Leyla? Dile que venga, tengo que decirle que ya podemos terminar de cumplir la lista. —Mi voz sonó ronca y me raspó la garganta; pero era tan feliz; después de haber perdido la esperanza durante tanto tiempo, iba a poder vivir con Leyla toda mi vida, toda nuestra vida.

Esperé impaciente la respuesta de mi madre. Aunque parecía imposible, ella había palidecido aún más. Dio media vuelta y cogió algo del borde de la ventana. Sólo pude saber qué era cuando mamá se dio la vuelta para entregármelo.

Cuando tuve el sobre en mis manos, no necesité ni un segundo para reconocer la letra que había escrita en el sobre. Era un sobre blanco, tamaño folio, que únicamente tenía escrito «Marco Hannibal». Era la letra de Leyla.

Me temblaban las manos al abrir el sobre; aquello no presagiaba nada bueno. Dentro del sobre había una carta, también escrita con la letra de Leyla:

No sé cómo empezar esta carta, Marco Hannibal,

¿Cómo se despide uno de la persona que ama? No lo sé.

Si estás leyendo esto es porque la operación ha salido bien. Te prometí que encontraría una solución, igual que te dije que mi corazón era tuyo y latiría por ti. He cumplido ambas promesas.

Escribir esta carta es terriblemente doloroso para mí. Me resulta imposible despedirme de tí.

¿Recuerdas el análisis que me hicieron el día de la reacción alérgica que tuve? Mi grupo sanguíneo resultó ser AB‒, como la tuya. Cómo podría haber sido de otra forma. Eso fue una señal para mí. La solución a la angustia insoportable de perderte. Te quiero más que a mi vida.

Te quiero demasiado para permitir que te fueras tan pronto. Deseaba regalarte la posibilidad de vivir una vida completa. Tú eres importante, importante de verdad. No podía dejar que alguien como tú se marchase tan pronto. Sentí que entregarte mi vida era la mayor prueba de amor que podía ofrecerte. Sentí que solo eso importaba.

Quiero ser yo quien te lo diga: vas a vivir. Vas a poder completar nuestra lista, vas a poder estudiar arquitectura, vas a cumplir nuestros sueños. Vas a vivir porque he cumplido la promesa que te hice: mi corazón latirá por el tuyo.

No te enfades, yo he querido regalarte mi vida. No te culpes, no te lo dije ni lo sabías.

Al principio no entendía por qué me había enamorado de ti, pero debajo de todas esas malas caras, grosería e ironía hay una persona absolutamente increíble y maravillosa; mi lugar en el mundo. No podía dejar que desapareciera. Por favor, jamás de los jamases cambies, por nada del mundo. Tienes mi corazón amor mío. Te lo he entregado de la manera más pura y sincera porque te amo.

Ahora comprendo la promesa que intentaste que yo te hiciera, sobre seguir sin ti. Te dije que no, pero necesito que tú digas que sí. No soportaría que desperdiciases tu vida.

Lagoon, only you know. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora