Página 4

194 32 0
                                    

Venae

— ¿Y tú qué haces aquí? — Pregunté al ver en mi entrada a una Momo solitaria. — ¿No es lo normal venir para un chequeo luego de lo que me hizo? — Finalmente. Negué. —Eso era un tratamiento básico, no necesita de seguimiento ni chequeos. Se quedó pensativa.

— ¿Entonces qué puedo hacer para verme así? — Me señaló el rostro. —No ver el sol— Di una opción. Empecé a caminar, siguiéndome ella.

—Tambien podrías empezar por hablarme informalmente, lo odio— Añadí. Noté como le costó un poco asimilar aquello, pero lo empezó a hacer. — ¿Vas a entrar a mi clase? — Le pregunté, ya que me estaba siguiendo sin rechistar a nada. Confirmó aquello. —Aún sin saber coreano no entiendo cómo quieres entrar— Solté lo primero que se me vino a la mente.

—Es entretenido, además, no es como que tengamos mucho por hacer o dinero— Explicó. —En una ciudad como Seúl siempre hay cosas por hacer— Indiqué. —Es la Seúl del sigo veintiuno, no la posguerra— Señalé.

Aunque quizá no era lo más apropiado hablar de guerras en Corea con una japonesa. —En fin, puedo decirles de muchos sitios, además de avisar que van, conozco mucha gente— Iba hablando, un pequeño cambio en mi rutina.

Mas pronto que tarde llegamos a la universidad, siguiendo mis pautas tal cual había despertado en la mañana.

Aunque una rara vibra casi al final me invadió, una sensación que más o menos había sentido antes.

Sin más, salí de allí, y cómo era una nueva costumbre, me tocaba dar otra clase, pero ahora a una sola alumna.

—Recuerdo cuando solías darme esas clases también— Escuché detrás de mi, entendiendo ahora todo.

Empujé a Momo hacia atrás, dándome la vuelta rápidamente. — ¿Por qué esa reacción? — Preguntó, viéndola sentada desde una pequeña altura. — ¿Cariño? — Dijo, dándome repelús.

—Te has estado confiando mucho— Se dejó caer. —Y parece que conociste a alguien— Miró a Momo. — ¿Olvidaste lo mucho que odio a las japonesas? — Me preguntó, en un tono malévolo.

—Tzuyu, no la metas a ella en esto— Dije intentando no mostrar mi miedo. —Me pides algo imposible, cielo— Sonrió con la misma temática.

Antes de darme cuenta, me dió un golpe tan fuerte que me hizo caer al suelo. Pero no desmayarme.

—Bien, ahora sigues tú— La escuché hablándole a Momo, por lo que me di la vuelta y hice uso de lo que tanto había estudiado y practicado, de un momento a otro absorbiendo todos los metales de su cuerpo y cayendo esta.

Una vez me pude levantar, Momo no entendía nada, teniendo pánico ante aquella situación.

Tomé su mano, y poco a poco nos alejamos de allí.

— ¡¿Qué está pasando?! — Soltó el agarre con fuerza, pidiendo una explicación que antes no llegó.

—Lo único que tienes que saber es que tienes que irte de Corea— Le indiqué, pero aún tenía secuelas de aquel simple golpe.

— ¡No pienso hacerlo hasta que me expliques quién era ella y qué le hiciste! — Exigió.

Vinotinto - Momo & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora