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— ¿Puedes hacer eso que hiciste con la chica pero conmigo después de beber tu sangre? — Preguntó una vez estábamos más calmados, estando a medio camino ya.

—Pero con una sola condición, no me puedes morder— Inmediatamente la sonrisa con la que había venido bajó un poco. —No podría modificar nada mientras me muerdes, es básicamente mi punto débil— Le revelé.

Con el poco metal que recolecté de esquirlas y filos del barco, hice una aguja, lo suficientemente gruesa para poder controlar un flujo.

—A decir verdad, aprendí muy rápido que mi poder no es solo la ferromancia— Saqué de mi cuerpo algo de sangre, haciéndola quedar estática detrás de mi. —Puedo controlar casi todos los elementos de la tabla periódica— Jihyo solo miraba la sangre, no sabía si con ansias o solo sorprendida.

—Abre la boca— Obedeció, dándole de tomar, a la vez tocando con un dedo su pecho, incrementando todos sus receptores y sobretodo, hormonas relacionadas al placer.

Luego de un buen rato de buenas sensaciones, se quedó viendo al mar. —Desearía manipular campos magnéticos, así algún día podría pelear contigo en condiciones— Me apoyé junto a ella.

—No pelearía contigo, dejaría que me dejaras fuera de combate, yo soy inmortal, tu no— Reveló, suspirando, quizá con secuelas de aquello.

—No sabemos si alguno de los europeos o americanos aprendió a hacer algo con la mente— Miramos ambos al horizonte, viendo una pequeña isla, recordando a cuando ambos desembarcamos en la guerra.

—La mayoría estarían de nuestro lado— Sentí su mano encima de la mía. —Además de que siempre fuiste al que le tenían miedo en combate, puedes hacer una bomba de hidrógeno en segundos— Intentó darme más seguridad.

—No soy un suicida, aunque todos saben que pelear contra mi en serio significa explotar en kilómetros a la redonda.

—De hecho, con el tiempo suficiente, creo que podría borrar a uno de nosotros completamente— Inmediatamente me miró sorprendida. —Mucho de nuestros cuerpos funcionan como los de los humanos, por ende, hay mucho hidrogeno que puedo fusionar— Dije mi teoría.

—Pero también moriría yo, no puedo modificar propiedades de nada tan lejos— Empecé a pensar en alguna forma, pero aún seguía siendo ninguna.

Escuché como el celular de Jihyo vibró, revisándolo antes de responderme cualquier cosa.

— ¿Recuerdas a Giselle? — Me preguntó, asintiendo. —La de América del norte— Pesé a no haber visto a casi nadie desde la guerra mundial, los recordaba bien.

Me mostró una foto, siendo ahora una asiática, la última vez blanca y rubia. —Ahora vive en Japón, podríamos hablar un poco, tampoco le cae muy bien Tzuyu— Asentí.

Parándome a pensar, esta era la primera vez en mi existencia que le proponía pelea de verdad, usualmente solo dejaba que matara a quien quisiera, jugábamos un poco, pero tampoco llegué a mezclar nada de su sangre con nada.

Y todo eso había empezado por un trío dispar de japonesas que me habían hecho reír un poco.

Vinotinto - Momo & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora