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—Pensé que era mejor un sitio grande, vamos a estar todos juntos al final— Dije al abrir las puertas hacia el departamento.

— ¿No era mejor irnos a las afueras? — Cuestionó Jihyo. Negué. —Aquí tienen cámaras hasta en los ojos de los guardias, informé que si una chica parecida a Tzuyu llega a aparecer, se me avise de inmediato— Expliqué, pasando todos, siendo incluso más grande que en las fotos.

—Es un poco más grande que el hotel donde estábamos— Comparé, pero era pasar de un cinco estrellas a una mansión prácticamente.

— ¿De donde sacaste tanto dinero? — Preguntó Mina, aunque sin ninguna doble o mala intención, solo estaba asombrada.

—Tener tantos años hace que sepas donde invertir, también ayudó que en mi época de pirata naufragamos muchos barcos— La miré ahora a ella.

—Y curiosamente quinientos años después un chico joven encontró todas las monedas perdidas— Sonreí un poco.

—Lo demás se resume en negocios y contactos— Me di la vuelta otra vez, caminando hacia la ventana.

— ¿Alguno de nosotros puede volar? — Pregunté al ver que era muy fácil de esa forma. — ¿Katarina no controlaba la gravedad? — Me preguntó, recordando un poco sus poderes. — ¿De qué lado estaba ella? —Cuestioné.

—En la segunda guerra de los soviéticos, en la fría con la unión, no creo que sea muy afín a Tzuyu— Ambos nos pusimos a ver los otros rascacielos aledaños.

—Bueno, es mejor tener todos estos edificios que un campo abierto sin vigilar— Me di la vuelta, siguiéndome Jihyo.

—Deberiamos hablar con Giselle, al menos ponerla al tanto de porqué ahora estamos tres en un país— Me dejé caer en el sofá principal, siendo tan suave como una cama de calidad.

—Despiertenme si pasa algo, estoy muy cansado… — Cerré los ojos, dejándome llevar por el cansancio, suprimiendo mi sentido de la vista y audición, así pudiendo dormir hasta en una discoteca.

Antes de recordar siquiera que había soñado, sentí como me movían de un lado a otro con fuerza, levantándome, pero sin ver o escuchar nada.

Luego de un segundo de recordar que no tenía esos sentidos los habilité otra vez.

— ¿Ah? — Tenía delante a una chica que no reconocía de nada. — ¿No me reconoces? — Preguntó, a lo que negué. —Te mostraría la forma en la que me conoces, pero me da pereza esperar tanto para volver a cambiar— Abrió sus brazos.

Antes de darme cuenta, tenía a un oso de peluche gigante delante, recordando muy bien quien era.

—No hagas que me aplaste otra vez— Dije al ver que se acercaba. —Quizá es lo que te mereces por no reconocerme— Empecé a echarme para atrás a medida que se acercaba.

—Giselle, duele mucho— Advertí. —A mi me dolió emocionalmente que no me reconozcas— Respondió, sin hacerlo parar.

—Si me llega a caer encima te voy a noquear un rato— Finalmente advertí con la fuerza.

Alcé una mano hacia ella, apuntandola por si acaso. Terminó haciéndolo pequeño otra vez.

—Jihyo me contó que es mejor no pelear contra ti, desde hace mucho no quiero saber nada de pelear— Caminó en mi dirección, sentándose en el mismo sofá que yo.

Vinotinto - Momo & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora