Vinotinto - Momo & Tú.

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Ferrum

—Es inútil— Me dejé caer en una pared, no estaba soportando bien el dolor. —Si te quedas te va a asesinar— Le dije ya casi desesperado, pero al parecer en su naturaleza estaba ser terca.

— ¿Quieres la verdad? — Pregunté retóricamente. —Ella tiene mil cuatrocientos años y es mi ex novia— Relevé con algo de risa nerviosa. —Se puede mover varias veces más rápido que un humano y es inmortal, yo no— Añadí.

—Odia a los japoneses y a mí— Terminé de hablar, empezando a tratar mis heridas internas a base de todo el metal que había absorbido.

—De hecho creo que ya da igual que intentes irte, te va a encontrar— Me levanté. —Probablemente en una o dos horas esté recuperada y vaya por ti, odiaba verme con mujeres— La miré. —Y para empeorar la cosa eres japonesa— Empecé a caminar, siguiéndome esta. Me paré en seco.

—Olvidé algo— Dije nerviosamente. —Ella aprendió a leer mentes— Dije, asustandome mucho. — ¡¿Dónde están Mina y Sana?! — Pregunté realmente asustado. —En sus clases— Me respondió sin entender tanto la grave situación.

Si más mal no recordaba, sabía dónde estudiaba cada una, poniendo curso a eso.

—La única opción que ustedes tres tienen, es que yo logre neutralizarla, o hablar con alguien a quien ella le cae muy mal— Empecé a decir opciones.

—O quizá intentar hacer las pases con ella sin que me mate— Se escuchó más estúpido de lo que pensé.

— ¿Y tú qué eres realmente? — Cuestionó, ya que no le había respondido. —Ni yo lo sé— Solté. —Lo único que sé es que puedo controlar metales y no soy inmortal, puedo morir en cualquier momento— Seguí.

Ella me miró incrédula. Volteé a ver una valla de metal, haciendo que este se fundiera y luego tomara forma de una espada y dejándolo en el aire detrás de mi. — ¿Alguna otra duda? — Pregunté, una vez no podía tener más sorpresa en su rostro.

Negó. — ¿Qué le hiciste para que te odiara tanto? — Tímidamente se acercó.

—Es una muy larga historia— Empecé a recordar algunos detalles. —Pero en un resumen muy corto, ella se obsesionó conmigo, no la apoyé en la guerra civil china, y aún le sigo gustando y cada tanto se aparece— Finamente dije.

— ¿Guerra de China? — No entendió aquello. —Ella llegó a ser de la realeza del imperio chino, era la única inmortal allí— Empecé con la explicación. —Por eso en la guerra civil china apoyaba al bando nacionalista, el cuál ahora es Taiwan— Seguí. —Nosotros fuimos pareja quizá ciento veinte años, terminamos en el momento que me empezó a usar como arma de guerra— Especifiqué.

Noté como no entendió.

Repetí lo de la espada en la espalda, pero diez veces, luego empecé a moverlas  por el aire a gran velocidad. —Soy susceptible a morir, pero soy de entre todos el más temible en combate, el problema es que ella tiene la ventaja clave contra mi— Paré un segundo. Frente a nosotros estaba la universidad donde estudiaban ambas.

Ya finalmente empieza la verdadera historia, aunque no se si meter tanta acción e historia quedé bien, siempre pueden opinar y dejarme saber sus ideas y pensamientos, es algo diferente a lo que suelo hacer.