De una pequeña radio se transmite las canciones de un viejo disco, el cual ella y su esposo adoraban escuchar cuando era jóvenes.
Cuando llego el tiempo, abrió el horno y con mucho cuidado saco la bandeja. Se tomó su tiempo, ya no tenía la misma fuerza que hace años y no quiere sufrir un accidente.
Está contenta, su nieta llamo hace un tiempo, preguntando si podía quedarse en su casa esa noche. Se preocupó por sus clases, pero recordó que era viernes, por lo que acepto de inmediato.
Ahora mismo está haciendo las galletas favoritas de Sana para luego decorarlas con ella, es una de las actividades que más ama hacer con la chica.
Preparando el chocolate de colores y algunos dulces para decorar, la puerta de su humilde casa fue tocada dos veces. Arrugas se presentaron en su anciano rostro al sonreír, limpiándose las manos con un pequeño paño.
— Pasa hija. — Cedió mientras salía de la cocina. De inmediato unas llaves se introdujeron en la cerradura y su vivienda fue abierta, dejando ver a una chica de cabellos semi rubios y pocos mechones cubriendo su frente.
Sana forzó una sonrisa, intentando no hacer una mueca ante las ganas de llorar. Se adentró en el hogar, dejando su pequeña mochila en uno de los sillones color beige
Rápidamente se lanzó a los brazos de su abuela, escondiéndose en su hombro. Respiro hondo, intentando tranquilizarse. Se aferró a la anciana guardándose sus lágrimas. La mayor se preocupó, Sana no se ve muy alegre y no es una actitud normal en está
Tomo a su nieta de la cara y la hizo separarse para mirarla a los ojos. La menor sonrió, aunque sus comisuras están bajas y los ojos están muy brillosos
— ¿Qué paso?
Sana se rompió, no resistió más. Un sollozo se escapó de entre sus cerezos y el agua se deslizo por sus mejillas. Lloro, se desahogó y, entre lamentos y quejas, el corazón de la anciana se estrujo en decepción y tristeza.
Sana ahora mantiene la cabeza recostada en su regazo, sentadas en el sillón. Hay un puchero en sus rosados labios y las lágrimas no dejan de salir de sus ojos.
La mayor no lo puede creer, como su hija puede ser tan cruel y prohibirle a su nieta ser feliz con esa bonita muchacha, la cual solo llego a ver una sola vez, pero de la cual ha escuchado mucho por parte de Sana.
No sabía que esta tenía novia, nunca se lo dijo de manera oficial por temor, pero siempre lo sospecho, aunque ahora se lo confeso porque es a la única que le confía demasiado las cosas, no le sorprende mucho.
— Ella fue la que te dio el oso y los chocolates ¿Verdad? — En san Valentín, Sana vino a quedarse con ella, pero llego con un tierno oso de peluche y unos chocolates -muy ricos, por cierto- y dijo que alguien en el colegio se lo había dado, pero se sonrojo y alcanzo a ver una foto de la chica cuando a Sana le llego un mensaje. — ¿Para ella hiciste las galletas?
La menor se sonrojo, pero asintió de todas formas. Cabe decir que aún está un poco temerosa, su abuela pareció tomar bien la noticia, pero eso no quiere decir que no puede cambiar de parecer.
No sobre pensó mucho las cosas, termino dormida en el sillón mientras la anciana seguía sin poder creer lo los padres de Sana hicieron y porque esta escapo de casa.
No puede estar más decepcionada.
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Gracias ‣Satzu (hiatus)
Short StorySi ella fue feliz con su esposo en su tiempo, ¿Por qué su nieta no podía serlo con su novia? -capítulos cortos