497 86 0
                                    

Tzuyu no recuerda cuando fue la última vez que tuvo una comida tan buena, y no solo por la deliciosa de esta, sino por la compañía.

La abuela de Sana es la persona más cálida, amigable y genial que había conocido en su corta vida. La hizo sentir tan cómoda que no lo creía posible.

Sana noto sus ojos brillosos durante su estancia y no pudo estar más contenta por ello. También estaba feliz porque su abuela quedo encantada con Tzuyu, ¿y cómo no? Si su novia parecía un cachorrito juguetón y amigable a su alrededor.

Las horas pasaron volando, Tzuyu nunca pensó que se llevaría tan bien con una señora de la tercera edad; ambas se unieron para molestar a Sana varias veces, lo que terminaba en la chica con un puchero en su rostro.

La noche cubrió la ciudad muy pronto y Tzuyu se tenía que ir a su casa.

— Muchas gracias por recibirme en su hogar. — La menor se inclinó en una reverencia por un corto tiempo.

La mujer sacudió su mano, restando importancia. — No hace falta que agradezcas, me alegra que mi nieta ande con tan linda chica.

Las mejillas de ambas enrojecieron, pero también sonrieron, pensando en lo mismo.

— Aunque, ya es un poco tarde ¿Segura que quieres irte?

— Oh, no se preocupe, realmente tengo que llegar a mi casa. — O habrán problemas.

Fingió una sonrisa bastante creíble, pero Sana logro leer su expresión.

Alcanzo su mano y le dio un apretón.

La mujer se acercó a Tzuyu y la abrazo nuevamente, por un breve tiempo, dejándole en shock.

— Fue un gusto conocerte. — Al alejarse, palmeo suavemente su mejilla no lastimada.

Tzuyu sonrió amplio, con sus ojos ardiendo un poco.

— Igualmente.

— La voy a acompañar afuera. — Sana aviso, dando otro apretón a la unión de sus manos al escuchar su voz levemente ahogada.

Se despidieron nuevamente con gestos y palabras y la pareja salió de la casa, caminando en silencio hasta abrir la pequeña rejilla y parar enfrente de esta.

— Gracias por venir. — Sana hablo de manera un poco tímida. — Aunque debí haberte preguntado primero.

Tzuyu sonrió sin mostrar los dientes y se acercó a besar su frente lentamente al verla con la mirada baja.

— La pase demasiado bien ¿Sabes? — Sana supo que pasaba algo con ella ante su tono quebradizo.

Subió rápidamente su mano al ver como una solitaria lagrima bajaba por su rostro y la atrajo hacia su cuerpo en un necesitado abrazo.

Se guardó sus propias lágrimas, sintiendo las manos de Tzuyu en su espalda baja, apegándola más a ella. Acaricio el cabello de su novia, quien se escondió en su cuello.

— Te amo mucho. — Murmuro contra su cabeza, besando tiernamente ahí.

Tzuyu se separó, sorbiendo su nariz. No soltó otra lágrima, pero se tallo los ojos, secándose el agua acumulada en estos que no se permitiría soltar.

— Te amo más. — Correspondió, sonriendo ante lo avergonzada que estaba. Bajo sus manos y tomo a Sana de su mandíbula, sonriéndole antes de juntar sus belfos en un beso que necesitaba.

Movieron sus labios con un poco de entusiasmo, con la necesidad de expresar lo que ya saben.

— Ve con cuidado — Soltó su mano.

— Si. — Se acercó a darle un piquito para darse media vuelta e irse a tomar el camión que la dejara cerca de su casa.

Sana se quedó viendo su espalda hasta que la perdió de vista y entro de nuevo a la casa.

Gracias ‣Satzu (hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora