CAPÍTULO 4

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No podía creer que estuviésemos emulando uno de los diálogos del libro que acababa de terminar de leer hacía tres días atrás.

Tras unos segundos ella se dignó a responder.

—Aquel día murió mi madre...

Aquella respuesta me dejó en blanco. No sabía qué decir ni qué hacer. Normalmente sueles decir que lo sientes, pero siempre había pensado que aquella frase se decía más por quedar bien que por sentirlo realmente y, en todo caso, yo no tenía la culpa de aquel horror. Y justo en el momento en que me disponía a responder algo, Gaby me interrumpió y siguió hablando:

—Tuvo la mala suerte de tener uno de los Cánceres en los que no sientes síntomas hasta que están muy avanzados...E incluso habiéndolo diagnosticado a tiempo, la mayoría de pacientes no son candidatos para ser operados debido a la ubicación del tumor dentro del órgano...

Yo seguía atónita, sin pronunciar palabra, dejando que se desahogara, porque siendo sincera no sabía qué decir, sabía que no existían palabras para consolar un dolor tan grande como era aquel. Entonces Gaby siguió hablando:

—Partió el mismo día de mi graduación...Debía haber estado tirando el birrete y celebrándolo, pero en lugar de eso, estaba enterrando a mi madre...No sabes lo que duele eso...En ese instante Gaby no pudo más y se echó a llorar. Y entonces me acerqué, la abracé de manera que podía apoyar la cabeza en mi hombro. Y sin decir nada dejé que llorara en él. Meditaba en la idea de que aquella desconocida se abriera tanto conmigo. ¿Por qué razón lo hacía? Tal vez nunca tuvo nadie a quien contárselo...O tal vez tenía uno de estos dos motivos: Tratar de sacarme información a cambio de revelar información suya o, por el contrario, creer que teníamos una conexión especial que podía derivar en la creencia de que yo podía ser su alma gemela. Fuera lo que fuese, era demasiado para mí con el día de Mieres que había tenido. Y en caso de ser la segunda opción, no podía evitar pensar que se estaba aprovechando de mi vulnerabilidad. Pero tampoco podía corroborar que se estaba dando el caso.

—Lo siento mucho. —Dije mientras aún la abrazaba. Entonces se apartó lentamente y respondió mientras se secaba las lágrimas cuidadosamente con los dedos:

—Perdona...no me tenías que haber visto así. Apenas me conoces y no te tenia que haber contado algo así...Lo siento. Mi única respuesta fue asentir con la cabeza como diciendo: "Está bien, no te preocupes."

—¿Sigues queriendo irte? —Preguntó Gaby mientras arqueaba la ceja.

—Sí.

—Está bien. Te llamaré un Uber. Después de estar un tiempo con el móvil, por fin volvió a pronunciar palabras:

—Qué raro, no hay ninguno disponible...

<<Claro, si vives en el culo del mundo, ¿quién va a querer venir hasta aquí?>> Aquello fue lo primero que pensé. Después me golpeó el leve pensamiento de que tal vez no quería que me fuera...Y al final, de tanto cansancio me quedé dormida en aquel sofá. Lo primero que recuerdo al abrir los ojos la mañana siguiente es que estaba en posición fetal tapada con una manta. Y que Gaby me miraba mientras estaba sentada en la mesita.

—Buenos días. —Dijo con una sonrisa al percatarse de que estaba abriendo los ojos. Al final me dio pena despertarte para que te fueras...—Prosiguió diciendo.
Yo seguía tratando de procesar que me acababa de despertar en una cabaña lejos de todo el mundo. Y en vista de que yo no decía nada, Gaby volvió a hablar: —¿Quieres un café?

<<Estaría bien, si.>> —Pensé de inmediato. Pero en su lugar respondí: —Por favor. Gaby sonrió, se levantó y caminó en dirección a la cocina.

Felices ¿para siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora