CAPÍTULO 8

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Al final, no sabía cómo, Gaby había logrado reconducir la conversación, me había llevado a su terreno y aunque me costara admitirlo, me estaba viendo en serios problemas para llegar a donde yo quería llegar. Lo cierto es que ya ni estaba enfadada, pero a pesar de no estarlo aquel era un tema que debíamos zanjar. Parecíamos dos amigas poniéndose al día la una a la otra. Y mientras seguíamos caminando ella me contaba anécdotas graciosas que le habían ocurrido con algún que otro estadounidense mientras ejercía de Au Pair.

—Siempre pensé que los estadounidenses eran bien serios. Al menos, esa es la imagen que muestran.

—Aparentar tiene más letras que ser. —Citó a Kraus. Y razón no le faltaba. Pero no pude evitar pensar si ella estaba aparentando o simplemente estaba siendo.

Entonces llegamos al lugar donde claramente ella había premeditado llegar desde que habíamos salido de la tienda: la parada de autobús. Intuí que debía coger aquel autobús para llegar a su aislada casa. Ambas sabíamos la razón por la que yo había quedado con ella, y aunque lo sabía se hacía la tonta de una manera tan sutil que hasta daba miedo.

—¿Cogerás conmigo el autobús? —Preguntó al ver que se acercaba.

—No. —Respondí tajante.

—Entonces creo que nos despedimos aquí.—Inclinó la cabeza levemente hacia un costado al mismo tiempo que hacía una mueca con la cara como si estuviese diciendo: <<No queda de otra que te vayas.>>

—Entonces hasta mañana. —Lo cierto era que se lo había dicho a sabiendas de que mañana iría y yo no estaría allí. Ella me la acababa de liar y yo no iba a quedarme de brazos cruzados sin hacer nada. Si alguien juega sucio, tú debes jugar más sucio. Gaby levantó la mano y se despidió girando la palma hacia los lados como si se tratase de una princesa saludando al pueblo mientras cabalga en su coche sin olvidar la sonrisa en su cara. Tras eso, se subió al autobús y yo me fui, ya no pintaba nada en aquella parada.

En el camino a casa solo pensaba en una cosa. ¿Por qué me paralizaba siempre que ella estaba delante? ¿Por qué la Alexia de la que estaba bien orgullosa de ser era completamente diferente cuando ella estaba delante? No lo entendía. Y juro que quería hacerlo. Porque me alteraba de los nervios aquella situación que escapaba de mi control.

<<Esto no va a quedar así.>> —Oí como le reprochaba un chico a la que debía ser su novia por el móvil. Y fue el empujón que necesitaba para que mi mente hiciera click y volviera todo de nuevo a su sitio. Saqué el móvil y le escribí de nuevo a Gaby.

<<Mándame tu ubicación.>>

<<No. Estoy en casa.>>

Su respuesta fue tajante pero yo no me daba por vencida.

<<Por eso mismo. Voy a ir a visitarte.>>

Pero si yo era cabezota, ella lo era aún más.

<<Que te he dicho que no, Alexia. No puedes venir cuando se te antoje.>>

Y con aquella segunda negativa dejé de insistir. Pero sin cesar de pensar el motivo por el que me estaba rechazando. ¿Qué pretendía con ello? ¿Volverme loca? ¿Es que acaso no había hecho que terminara con Tony para que ella tuviera vía libre conmigo? No entendía nada. ¿O tal vez estaba con alguien y no quería que yo lo viera? ¿Y si estaba con Tony? Quizá el blanco desde un principio había sido él y no yo. Fuera como fuese una cosa estaba clara, ahora tenía vía libre con cualquiera de los dos. Y lo que más rabia me daba es que no sabía quién. Para cuando llegué a casa estaba tan bajoneada que ni siquiera me molesté en preguntarle a mamá si requería mis servicios como hermana mayor. Así que me fui arriba y me encerré en el cuarto. Llevaba apenas cinco segundos tumbada en la cama cuando aparecía en la pantalla una llamada entrante.

Felices ¿para siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora