CAPÍTULO 7

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<<Dejar ir significa llegar a la conclusión de que algunas personas son parte de tu historia, pero no de tu destino.>>

—Steve Maraboli.

Y eso era lo que trataba de hacer en el camino de vuelta. Más que soltar a Tony, soltar el amor que le tenía. Pero no era fácil. Lo llevaba dentro, tan dentro que aunque metiera la mano y lo arrancara de raíz, tenía la certeza de que me crecería otra semilla. Y además de estar triste por la inevitable ruptura entre nosotros dos, estaba enfadada con Gaby. No la echaba a ella la culpa de la desconfianza de Tony, pero tampoco estaba exenta de ella.

* E L      D  I  A      A  N   T   E   R   I   O   R *

—¿Ya sabe qué va a tomar la Señora? —Preguntó amablemente el joven con una sonrisa en la boca. En aquel instante Tony no la había reconocido, se había encargado de vestirse de incógnito para que él no se percatara de ello. Se había puesto una peluca rubia con flequillo y unas gafas de sol. También se había puesto un vestido escotado caro, pendientes, collar de perlas y anillos en ambas manos que no aparentaban ser ninguna baratija. Aquella joven aparentaba tener bastante opulencia. Y no podía ser de otra manera. Ya que aquel restaurante se había construido expresamente para que la gente con alto status económico se dejara en aquellos platos tan elaborados por los mejores chefs del país gran parte de su riqueza.

Entonces ella tiró de la astucia de la que estaba dotada, y en vez de hacer el pedido con la voz para que no le resultara conocida a él, optó por señalar con el dedo lo que quería en la carta del menú que tenía entre las manos. El camarero apuntó en la comanda todo lo que ella le indicaba, y tras acabar de apuntar preguntó:

—¿La bebida la quiere del tiempo o fría? En ese instante ella se vio en problemas, ya que no había manera de responder a aquella pregunta sin que él reconociera su voz. Ella lo miró mientras permanecía callada. Entonces el chico se dio cuenta de que tal vez no había hablado porque era muda. Así que dijo:

—¿La quiere del tiempo? —Preguntó de nuevo mientras la miraba. Después añadió: —Solo tiene que asentir o negar con la cabeza. Entonces ella que le devolvía la mirada asintió con la cabeza. —Está bien. Te lo traeré en cuanto esté listo. —Y diciendo aquello se fue en dirección a la cocina.

La chica sacó el móvil y se puso a mirarlo mientras hacía tiempo a que le sirvieran la comida. Porque como ya sabemos todos, hoy en día no hay otra distracción más que el móvil. Sea el lugar que sea. El camarero iba de aquí para allá apuntando las comandas para después adentrarse en la cocina y hacer el pedido. No era la primera vez que ella había estado allí. Y no precisamente porque le entusiasmara aquel lugar. Aunque no le faltaba ninguna clase de lujo a aquel restaurante de cinco estrellas no era el sitio ni la comida la razón por la que había decidido reaparecer por allí. Era él. Ella miraba el móvil, y de vez en cuando, levantaba la vista para tenerle fichado. Y para estar alerta cuando se acercara de nuevo a su mesa. Entonces se percató que él se acercaba con el primer plato en la mano, así que se apresuró para abrir la foto y dejar el móvil encima de la mesa a su izquierda, de manera que inevitable que él no la viera ya que era por ese mismo lado por el que él tenía que servir el plato en la mesa. Cuando ya estuvo allí y mientras ella se aseguraba de que él viera la foto del móvil dijo:

—Alexia no te quiere. Tony se puso nervioso y aquella preocupación hizo que perdiera la estabilidad en las manos y se le balanceara el plato. Pero éste no se llegó a caer ya que había vuelto a recuperarla de nuevo tras aquel percance. Y después de aquella bochornosa acción para él, acomodó el plato en la mesa y contestó:

—No es cierto. Ella me ama.

—¿Entonces por qué duerme en la casa de otra persona sin comunicártelo? —Sentenció ella de inmediato. Tony no pudo responder más. No estaba en óptimas condiciones para hacerlo. Aquella pregunta le había hecho replantearse si aquello que le había dicho esa desconocida era cierto. Así que se fue de malas maneras sin terminar la conversación. Pero ella ya había conseguido lo que quería. O al menos eso pensaba.

Felices ¿para siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora