CAPÍTULO 6

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Ahora que oficialmente trabajaba en otra dirección de la franquicia, me podía permitir el lujo de escribir el mensaje que estaba a punto de escribir a la salida del trabajo. Él mismo me había dado una razón para hacerlo. Él mismo se había cavado su propia tumba. Y eso fue lo que hice.

<<No creerás que vamos a quedar después de lo que hiciste el otro día, ¿no?>>

Y sin esperar ni un segundo, lo mandé. Su respuesta no tardó en llegar.

<<Pero si fue él quien me provocó...No me hagas esto, por favor, Alexia...>>

Y mi respuesta tampoco se hizo esperar.

<<Me echaste la culpa de tu ebriedad y, no contento con eso, pegaste a mi novio. No quiero volver a verte nunca más. ¿Lo entiendes?>>

Pero él no dejaba de insistir.

<<No me hagas esto, por favor, lo arreglaré...>>

Y si él era cabezota, yo lo era aún más.

<<No hay nada que arreglar. Te pasaste de la raya. Ya no hay vuelta atrás. No me obligues a ponerte una denuncia...>>

Y con aquel mensaje tan rotundo lo bloqueé de WhatsApp y lo eliminé de mis contactos. Ni quería ni podía permitirme tener alrededor a gente que me hacía mal. Era totalmente innecesario y no estaba dispuesta a pagar el precio de mi inocencia como otras veces había ocurrido. Esta vez no. Debía ser tajante aunque eso implicara ser mala en ojos ajenos.

Levanté la vista y vi que el semáforo estaba en rojo para cruzar.  Así que esperé algunos segundos hasta que se pusiera en verde mientras seguía ojeando el Instagram. En aquella brevedad de tiempo una chica se puso al lado mío. Yo ni me había dado cuenta de su presencia, si no llega a ser porque dejó caer su cuerpo sobre mí. Al parecer con tanto cúmulo de gente ceñida una sobre otra esperando a cruzar alguien la había empujado y yo acabé pagando aquel empujón. Y, ¿A qué no lográis adivinar quién era esa famosa chica? Nada más y nada menos que la gringa que había atendido hacía alrededor de tres horas antes. Hay que ver cómo la vida se empeña en amargarte el día, ¿eh?

—Oye, ¡ten más cuidado! —La reproché mientras la ayudaba a incorporarse.

—¡No ha sido mi culpa! —Reprochó de inmediato. Después se percató de quién era yo.

En ese mismo instante, mi acto inconsciente fue abrir la boca a la par que pensaba: <<Ósea, ¿Que sabías español y me has hecho hacerte el pedido en inglés? Qué asquerosa...>> Mi mente no podía ignorar el hecho de que hablaba perfectamente el español. Después también caí en cuenta de que había entendido perfectamente aquellas palabras tan groseras que le había dicho después de ver que se comportaba de una manera mezquina y poco educada, pero no sabía porqué razón había decidido hacerse la loca. Entonces se puso en verde y los peatones empezaron a cruzar, pero ella y yo seguimos en la misma acera.

—¡Tienes que estar bromeando! —Le recriminé de nuevo. Ella me miraba con cara de no estar entendiendo de qué hablaba. Y tras aquella magistral actuación contestó:

—What are you talking about, darling? (¿De qué hablas, cariño?) —Preguntó dejando entrever en su rostro un atisbo de sorpresa ante tal comentario.

Antes de responder negué con la cabeza. Acto seguido dije: —A mi no me tomes por tonta, ¿eh? ¡Que serás de Estados Unidos pero tú hablas español perfectamente! ¿Por qué eres tan insoportable? ¡No hay quien te aguante! ¡Seguro que ni novio tienes! Entonces ella me miró seria, y sin decir nada, agachó la cabeza mientras elevaba poco a poco sus manos hacia su cara de manera que evitaba que nadie viera cómo lloraba.

Felices ¿para siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora