Al día siguiente a la misma hora de siempre, a las diez menos veinte Gabriela hizo acto de presencia de nuevo en Skygood. Y para cuando llegó su turno, quise dejarla boquiabierta así que no esperé a que ella hiciera el pedido, sino que me adelanté.
—Buenos días Gaby. —Dije con una sonrisa. ¿Lo de siempre para llevar? Quería que viera que era capaz de recordar su pedido además de su nombre. Y en efecto, su cara dejaba entrever lo sorprendida que estaba. Me miraba como diciendo: <<¡No me lo puedo creer! ¡Te acuerdas!>>
—Sí, lo de siempre Alexia. Ésta vez la sorprendida era yo, aunque no debería de ser así, ya que saberse mi nombre era cuestión de saber leer más que de conocerme. A cada uno de los empleados nos daban un broche de color oro con nuestros nombres para que nos las engancháramos en la camiseta. De manera que el broche quedaba a la derecha y el logotipo a mano izquierda justo donde el bolsillo. —Gaby me sonrió como diciendo: <<Yo también sé tu nombre.>> Acto seguido metió mano al bolso, después abrió la cartera y sacó un billete de cinco euros que posó en el mostrador a la par que decía: —Son 3,20€, ¿no?
—Efectivamente. Tomé los cinco euros, y posando las vueltas con el ticket en el mostrador concluí la conversación diciendo: —Que tengas un buen día Gaby. Ella agarró el cambio y sonriendo contestó:
—Igualmente Alexia. Y se apartó dejando paso para que avanzara el siguiente cliente. Pero antes de atenderle pedí expresamente que me avisaran cuando estuviera listo su Latte. Una vez lo atendí, me avisaron. Mi compañera lo había dejado en el mostrador bajo de nuestra parte, entonces le pedí que me reemplazara unos segundos, acto seguido me acerqué a por un rotulador negro permanente y escribí:
<<Gaby>> Y seguido dibujé una carita feliz. No tuve ni que decir su número porque inmediatamente ella se acercó. Una vez lo hizo, giré el vaso de manera que el nombre quedaba a su vista (antes estaba en la mía) y después de esa acción dije:
—Disfruta tu Latte! —Y sonreí. Y para mi sorpresa ella respondió después de esbozar una sonrisa:
—Lo disfrutaría más con compañía...
Y no pude seguir hablando porque mi compañera me reclamaba en la caja. Y eso fue lo que hice, seguir haciendo pedidos y cobrando a los clientes. Pero me dejó pensativa a lo largo de la mañana aquella respuesta. ¿Quería la compañía de alguien? ¿O buscaba precisamente la mía? ¿Tanto le gustaba el café Latte de Skygood? ¿Por qué no iba al Starbucks que estaba exactamente en la siguiente calle? ¿Sería que mi lugar de trabajo le pillaba de paso y no era nada más que eso? ¿Tal vez le gustaba alguno de mis compañeros y quería entablar amistad conmigo para que yo les presentara? Tenía un montón de incógnitas que no sabía si serían resueltas algún día. Por el momento solo me quedaba salir de trabajar e ir a casa a seguir con la monotonía. Lo que ignoraba en aquella hora era que en poco menos de diez minutos alguien rompería dicha monotonía. Nada más doblar la esquina, allí estaba. Era como si había estado siguiéndome días atrás. Conocía la hora exacta en que cruzaba aquel paso. A pesar de verle, seguí mi camino.
—¡Alexia! —Gritó mientras cruzaba la calle. —¡Espera! —Seguía gritándome. Yo seguía cruzando el paso de peatones ignorando sus gritos. Entonces se puso en marcha y empezó a correr tras de mí hasta alcanzarme. Una vez lo hizo, me puso la mano en el hombro e inmediatamente me giré:
—¿¡No me has oído!? —Me reprochó.
—Ah, perdona. ¿Me has llamado? Estaba pensando en mis cosas y no te habré escuchado...—Me hice la tonta. De todas maneras mi turno de trabajo ya ha terminado, si quieres algo vete a Skygood. —Seguí haciéndome la tonta. Era Ilman. Un chaval de quince años con apariencia de dieciocho. Pelo rubio, cuerpo atlético bronceado con metro setenta y cinco, el cual había intentado por activa y por pasiva concretar una cita conmigo. Parece que desde el primer día que apareció por el trabajo con sus amigos le había gustado y desde entonces no dejaba de venir y de acosarme mientras hacía el pedido. Nunca se lo había dicho a nadie, supongo que era una de las cosas con las que había que lidiar en trabajos de cara al público como ese.
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Felices ¿para siempre?
Ficção AdolescenteAlex logró recuperarse de los dos navajazos propiciados por uno de los presos de su módulo, a pesar de ese pequeño incidente volvió a prisión, aunque está en un lugar más seguro y con más vigilancia. Alexia y Tony hicieron su relación oficial el día...