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Julio de 2017-Gwangju

Hoseok tamborileó los dedos con ansiedad sobre el volante.

Le hubiera gustado entrar al aeropuerto para recibir a Yoongi como es debido, pero uno de ellos solo en el aeropuerto ya haría girar suficientes cabezas; los dos juntos serían un pandemónium.

Se bajó la gorra de béisbol y observó el espejo retrovisor. Todavía estaba sorprendido de que Yoongi hubiera aceptado su invitación, aunque suponía que tenía que agradecérselo a Kim Seokjin. Kim había salido del armario, muy públicamente, la noche que ganó la Copa Stanley. También había hablado abiertamente de ello en las entrevistas de esa noche, y aún más abiertamente en su discurso en los premios de la NHL de la semana pasada. Hoseok había visto ese discurso... varias veces. Le hubiera gustado estar en los premios para verlo en persona, pero le parecía una carga innecesaria para su cuerpo recién curado volar a Las Vegas.

Pero aun así, le hubiera gustado estrechar la mano de Kim.

En cambio, le había enviado un correo electrónico. Había escrito varios borradores del correo electrónico antes de enviar uno que simplemente reconocía su valentía. Había elegido sus palabras con cuidado, porque no tenía el valor de Kim. Al menos, todavía no.

Pero tal vez Kim se daría cuenta de lo que Hoseok estaba tratando de decir de todos modos.

Tener a un jugador de la NHL fuera del armario como gay por primera vez era emocionante, pero aunque un jugador de cada equipo de la liga saliera del armario ahora, no ayudaría a la situación de Hoseok. Ser gay -o lo que sea- no era realmente lo que crearía un escándalo. Tener sexo con tu mayor rival a lo largo de toda tu carrera en la NHL era algo que nadie entendería. Ni una sola persona. Hoseok pensó que incluso Kim Seokjin, el nuevo chico del póster de la NHL para la aceptación y la tolerancia, se alarmaría si supiera lo que había estado haciendo con Yoongi.

Serían un chiste. Si el mundo se enteraba de lo que hacían, sólo serían eso: los depravados jugadores de hockey que se follaban en secreto. Y Hoseok no quería ser eso. En absoluto. Él quería ser el mejor jugador de hockey del mundo, y quería tener una relación con el hombre del que por fin podía admitir que estaba enamorado, sin vergüenza ni miedo.

Pero no podía. Lo único que podía tener eran estas dos semanas a solas con Yoongi, escondiéndose donde nadie los encontrara.

Oyó las ruedas de la bolsa de viaje antes de ver a Yoongi por el retrovisor, cruzando el aparcamiento.

Hoseok pensó en salir del coche, pero decidió quedarse donde estaba. Una vez que estuvieran en la cabaña estarían a salvo, no tenía sentido estropearlo ahora. Sólo necesitaba salir de Gwangju sin que nadie se diera cuenta de que Jung Hoseok y Min Yoongi estaban pasando el rato juntos en julio.

Cuando Yoongi se acercó, Hoseok vio que él también llevaba una gorra de béisbol bajada y unos grandes lentes de sol. Hoseok se preguntó si alguien lo habría reconocido dentro del aeropuerto.

Abrió la parte trasera del todoterreno para que Yoongi pudiera cargar su maleta. No se dirigieron la palabra hasta que Yoongi se deslizó en el asiento del copiloto.

—¿Qué carajos conduces, Jung?

—Un Jeep Cherokee.

Yoongi resopló.

—¿Qué? ¡Es práctico!

—Eres millonario.

-¿Qué tiene de malo un Cherokee? -preguntó Hoseok, arrancando el motor-. Es bueno en la nieve. Tiene capacidad para muchas cosas. Es un buen coche.

-Es bueno si eres un padre en los suburbios.

-Mejor que un estúpido coche deportivo donde mis rodillas están por encima de mi maldita cabeza.

RIVALRY [SOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora