01. Dime

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Si las páginas de nuestras vidas, forman parte de un libro, historia. Debes de pensar en el título.

¿Por qué no es posible dejarlo en blanco? Nuestras vidas siguen tomando su rumbo, y aunque terminen, no seremos capaces de contarla en nuestro punto de vista.

¿Pará qué molestarse?

O mejor pregunta aún, ¿Dónde empezar?

Estoy iniciando esto por mi cuenta sin nadie mirando mi espalda esperando a que el primer paso sea dado. Algunos saben que hacer, como vivir su vida, otros solo siguen la que ya se les fue destinada, otro grupo la vive día a día, los demás ni siquiera lo intentan, otros son los que nunca aprendieron a vivirla, y entre múltiples de distintos y lamentables grupos que rondan alrededor del planeta tierra. Los cuales jamás me importaron o importaran.

¿Y yo? ¿Dónde estoy? En la tierra, ¿no? En mi cabeza, ¿no? ¿En mi habitación, hogar, familia?

¿No?

Claramente no estoy en ninguna de esas opciones, porque para mi, nadie merece ser tan especial en mi vida como para ser esa escoria la cual metí en un estante, e inmediatamente se convirtió en el todo de la vida, mi vida; nombre el cual nunca podré llamar a eso como tal. No lo merece, y no pienso dejarlo serlo.

Avis Wilson. La chica que en algún momento perdido del tiempo, tuvo una sonrisa real plasmada en una foto cualquiera, tomada por una simple y decente cámara, tal vez. Quince años, problemas al igual que cualquiera, amigos siendo pocos los que decidía que esa etiqueta les quedaba, y por último, lo que más tenía en cuenta ella sobre su persona: una identidad diferente en cada espacio al que se ambientaba, a excepción a la que mostraba estando sola.

O con alguien que jamás creyó que usaría.

—¿Una fiesta? —irritables palabras salían por la gente, las chicas si había que especificar. Tenían tanto espacio en todo el maldito campo sin usar para opacarlo, y aún así, se encontraban enfrente mío como si yo les siguiera la conversación—. ¡Espero poder ir!

Cada chica parada al alrededor prestaba atención a una sola persona. Pero no por la cantidad de tiempo que ella esperaba que fuera.

—Al menos para ti, está asegurado de que irás, Ingrid —pronunció Martina con una sonrisa en la comisura de sus labios, restándole a la vez importancia a lo anterior dicho por su amiga. Ingrid era el nombre de mi hermana menor, siendo la razón sobre la que mi atención se entregó a ese patético tema—. Eres mi mejor amiga, es prácticamente un hecho que irás a mí fiesta de cumpleaños.

Cada mirada —sin contar la mía— se dirigió a los ojos de Ingrid, y aunque todas estaban sentadas no tan cerca el una a la otra, pronto hicieron un círculo junto a Ingrid. Incluyendo, trágicamente, a Avis. En otras palabras, a mí.

Ingrid, al poco tiempo, decidió abrir la boca y establecer una oración sin dificultad. Mostrando, o queriendo mostrar, que no se veía nerviosa por toda la atención que se le fue dada en un par de segundos sin un previo aviso.

—¿Tan obvio es? —una sonrisa y risa acompañaron sus palabras, intentando así que las demás chicas le siguieran, y dejaran de mirarla. Siempre supe que la atención le causaba nerviosismo.

¿Quién no? Honestamente, me gustaría que eso no fuera otro de los problemas de mi lista.

Risas, pláticas del tema, y unos cuantos gritos o voces alzadas numerables veces, que ya había perdido la cuenta. Y al poco tiempo, se desviaron del tema y olvidaron el pasado, porque, como cualquier otra conversación, de alguna u otra forma, uno siempre terminaba desviándose del tema inicial.

¿Atarías mis agujetas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora