He pasado mi vida entera atrapada entre varias mascaras sin saber mi verdadera cara. He pasado mi vida entera ahogando mis penas en mis problemas alimenticios, música, y varias series y películas que deciden aparecer en el televisor desde que tengo desde que todo comenzó. Pero nada de eso importa, y no debería de hacerlo porque jamás debió importar o lo hizo.
Desde el incidente de "hora de ser valiente" no he podido volverme a escapar con Enid del infierno en el que vivo. Tampoco he vuelto a salir con mi grupo de amigas. Honestamente no me siento como yo misma con ellas, aunque antes sí solía hacerlo. La cosa es que aunque intente volver a hacerlo, solo me siento más incómoda que antes.
Cómo quiera, las palabras no funcionan para expresar lo que siento. O lo que intento sentir al menos.
Me gusta creer que las palabras son notas musicales acomodadas y tocadas de varias y distintas maneras por la gente. Lo malo es, que cada una de ellas no son tocadas como deberían a mi parecer. En cambio, salen desafinadas o son tocadas e incluso acomodadas de mala manera por la gente. Lo cual arruina la música por completo.
Skyy.00
Necesito escapar de aquí. >:(
4fterlifee
Ey, el lado es bueno es que te dejaron seguir en contacto conmigo :)))
Skyy.00
En realidad.. estoy usando el celular sin permiso.
4fterlifee
...
Avis. En verdad que no puedo contigo jajaja
*gif de perro muriéndose de la risa*
Skyy.00
*Repite el sticker*
Me reía en silencio mientras me encontraba en la recamara de mi progenitores, pero terminé guardando silencio rápidamente al escuchar pasos. Dejé el celular en donde Natalia lo había escondido, me senté en el sofá centrado en la mitad de la habitación y prendí la televisión para fingir que ya llevaba tiempo viendo alguna serie o película.
Fue ahí cuando ella entró.
—Mamá dice que bajes, quiere hablar contigo. —comentó Ingrid, segundos después tomó mi celular del escondite de Natalia y bajó conmigo las escaleras hasta llegar a la cocina con la bruja. Ella me estaba esperando en la cocina sentada sin ninguna preocupación en la mesa del comedor. Ingrid se acerco a ella y dejó el celular frente a ella reposándolo sobre la mesa.
—Siéntate. —me senté. Solo para después ser mirada fijamente por esa mujer—. Te devolveré el celular, e iras con tus amigas..
Ya ni siquiera lo eran, pensé.
»—...Pero al momento que intentes hacer la misa idiotez que hiciste la semana pasada; olvídate de todo eso. ¿Me entendiste? —solo asentí, pero esperaba que respondiera con mi estúpida voz—. Te estoy hablando.
—Si, entendí —respondí con amargura.
Volví arriba y me senté en el sofá de la sala de arriba. Recordé mi peso de esta mañana y sonreí al saber que ya no pesaba 50kg, sino que ahora eran 49.5kg. No siempre es fácil pesarme con la pesa en la habitación de esos egoístas, pero hoy logré hacerlo sin dificultad. Aunque a decir verdad, mi meta era 40kg.
Volví a escribirle a Enid por Instagram y le hice saber que ya no estaba castigada, lo que la hizo pensar en invitarme a salir. Solo ella y yo. Ella y yo.
La idea de estar solas no me incomodaba o molestaba, solo me ponía nerviosa. Había pasado tanto desde que había salido sola con una sola persona a algún lugar y no en grupo. Era nuevamente algo nuevo para mí.
Enid quería ir a la nueva feria que se había abierto no tan lejos de donde vivo encarcelada, así que a Natalia no le importó llevarnos a Enid, Ingrid y a mí a las cinco de la tarde. Al llegar nos separamos gracias a dios, y mientras que Natalia e Ingrid se fueron hacia el barquito que te elevaba por los cielos y te revolvía el estómago. La ultima vez que me subí a uno un niño se vomitó tan pronto el juego inició.
Enid y yo fuimos al carrusel. La mayor parte me la pase en silencio, pero como ya era costumbre ella logró hacerme habar y romper el hielo en su única y especial manera. Un eructo fue lo que lo ocasionó. Mientras yo me quedé en blanco, muda, sus ojos esmeraldas solo miraron a mis ventanas color miel y comenzó a reír. Acto que en pocos minutos comencé a repetir sin darme cuenta.
—Que asco —bromeé entre risas mientras el juego seguía en movimiento junto a su música infantil sonando a todo volumen.
—Gracias, gracias —dijo entre reverencias como si fuera un premio el que se encontraba recibiendo después de tanto esmero.
Al terminar el carrusel la diversión comenzó esta vez. Fuimos a jugar varios de juegos en donde conseguías premios en la feria, y yo terminaba ganando cada uno de ellos; Enid era pésima. Jugamos a las canicas, a los dardos, aros de pesca, a los bolos, y entre muchos más. Fue en el de tirar las latas en donde Enid se distrajo por un churro y perdió. Ella se lo terminó comprando y por alguna razón le terminé dando una mordida; había pasado tanto tiempo desde la última vez que había mordido uno. Después de eso, solo caminamos un rato hasta encontrar un lugar silencioso en donde nadie fuera capaz de molestarnos y lográramos descansar.
Es ahí donde comenzaron los chistes malos.
—¿Por qué es bueno echarle azúcar a la almohada? —Enid me miró con una cara de que ya sabía—, para tener dulces sueños.
Su risa fue la única melodía aparte de la que se escuchaba en toda la feria que cubría mis oídos.
—¿Sabes cómo se llama el primo vegano de Bruce Lee?
—No, ¿cómo? —contesté confundida.
—Broco lee —dijo entre risas.
Yo solo sonreí antes su chiste, para luego recordar uno mucho mejor.
—Ey, ey, tengo otro —Enid medio paró de reír y me prestó atención—. Una persona murió atropellada en el cine.
—¿Por qué?
—No vio el tráiler.
Entonces perdí a Enid. Sus risas pronto se convirtieron en carcajadas, y cualquiera que anduviera cerca se nos quedaba viendo a este par de idiotas muriéndose de risa por chistes malos como si no hubiera un mañana. Luego paramos, ya con un dolor de pansa por tanto reír, pero lo hicimos, para luego pararnos e ir a la rueda de la fortuna como el último juego antes de que comenzaran a cerrar la feria o que Natalia nos llamara para irnos a "casa".
Al entrar a la cabina de la rueda de la fortuna conecté mis audífonos y pretendía escucha ruan de mis canciones, pero Enid lo tomó sin permiso e hizo lo que le dio la gana. Puso su celular a comenzar a grabar, desconectó mis audífonos, y comenzó reproducir una canción que nunca había conocido.
—Ven. Bailemos —fueron sus palabras, pero yo no entendía el como eso sería posible si nos encontrábamos en una caja en movimiento. Aunque no importó, porque ella solo me tomo del torso e hizo lo que la música la obligo a hacer.
—Pero.. —pronuncié apresuradamente, cosa que no la detuvo.
La melodía seguía, su brazo se movía a través de mi cuerpo, me hacia girar, me hacía moverme, y me hacia reír y sonreír. Por poco y olvidaba que había una cámara grabando todo. Me movía, ella también, giraba, y yo hacia que ella lo hiciera también. La cabina se movía, pero eso no nos importaba, nos ayudaba a seguir el ritmo de la canción, para después que ella quedara pegada en mi hombro bailando lento. Y justo cuando la canción terminó, sus ojos verdosos, esos ojos color esmeralda, se quedaron profundamente clavados en los míos.
—Bailando Bachata, es el nombre de la canción —fueron sus ultimas palabras, antes de detener la grabación y salir de la cabina, ya que esta se había detenido.
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¿Atarías mis agujetas?
Teen FictionDame algo que pensar, algo que darle mi importancia, mi atención, ese todo que tanto tiempo esperó ser entregado a algo; no solamente a un hobbie, o una simple canción que no busca encontrar la salida de tu cabeza y corazón, sino a alguien. Francam...