11. Me gustaría que eso,

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Mi vida, la vida de Avis Wilson, una chica completamente perdida en la vida y sin esperanza de seguir viviéndola, cambió desde ese momento en que Enid se volvió mi novia. Cambió desde ese momento en el que preguntó si era digna de llamarse como tal. Y desde ahí, comencé a cambiar, a mejor mi relación con la comida, y cunado volvía a recaer recurría a Enid, quien siempre me ayudaba a levantarme no importara que tan bajo ya estuviera.

Seguía sin contarle sobre Enid a mi familia. Ellos solo creían que era mi mejor amiga, y que a Sarah la había olvidado. Lo cual era cierto, ella ya no me parecía importar, hasta ese día en que fue a mi casa.

—¡Ya voy, Enid! —grité mientras bajaba las esclareas, pensando que era mi novia de quien se trataba, pero al abrir la puerta y ver a Sarah ahí me sentí mal—. Oh, Sarah, hola.

—Hola. Mm.. ¿podemos hablar?

—Claro. ¡Ingrid es Sarah, voy al parque! —grité antes de cerrar la puerta.

—¡Me vale un cacahuate!

Esa fue mi señal para irme con Sarah hacia el parque a tan solo unos metros lejos de mi casa. Mientras caminábamos para llegar allá ella comenzó a hablar.

—Entonces.. ¿Lo de tú y Enid es cierto?

—¿Cuál de todas las cosas? —cuestioné.

—Lo de que tuvieron relaciones y están saliendo. —dijo directamente.

—Lo primero es falso. —deje re en claro, y como vi que se quedó esperando por la respuesta de la otra cosa dije:—. Lo segundo es.. cierto.

Ella se detuvo tan pronto lo dije, y no porque ya habíamos llegado, sino porque la había sorprendido esa respuesta. Me miró fijamente y luego, sonrió, una sonrisa falsa. Lo sabía porque yo solía sonreír de esa manera.

—Estoy feliz por ustedes. Siempre supe que te gustaban las mujeres.

—No me gustan las mujeres. Me gusta Enid. —dije, enojada.

—Enid es una mujer..

—Pero solo me fijé en ella, no en las demás.

—Cierto. Como yo, soy mujer y no te fijaste en mí. —sentía como esa última frase le dolía, y quise saber el por qué.

—Sarah, ¿a qué te refieres? —pregunté, pero segundos después ya tuve la respuesta al mirar su rostro, a pocos segundos de romper a llorar—. Sarah, ¿yo te..?

Fue ahí donde se rompió, y comenzó a llorar.

—¡Sí, Avis! ¡Me gustas! ¡Y siempre me has gustado desde el día en que te empezaste a preocupar por mí! —gritaba, molesta—. Nunca creí que sería posible que te gustaran las mujeres y menos yo. Pero estaba totalmente equivocada.

—¿Por qué nunca me lo dijiste?

—¡Porque no es como si me dijeras que sientes lo mismo! ¿Verdad? Te gusta alguien más.. —se sentía quebrada, y lo estaba. Nunca pensé quebrar a alguien de esta manera, y menos por el hecho de que le gustara—.. y ahora es tu novia y yo... no creo poder soportarlo.

Quise abrazarla, pero ella se alejó—. Me tengo que ir. Ya dije lo que tenía que decir —dijo, pero antes de irse me hizo una pregunta—. ¿Vas a ir a ver a Enid hoy o por qué tan arreglada?

—Mm, sí, vamos a cenar unas crepas en "Mon Paris" a las 6.

Solo dijo "oh bueno" y se fue. Luego de su visita me fui a ese infierno en el que vivo a arreglarme. Y cuando llegó Enid a llevarme, nos fuimos en su carro escuchando música todo el camino. Al llegar al lugar, comimos lo que pedimos, yo una crepa de nutella con queso crema, y ella una crema con crema de maní, plátano y nueces. Además de que compartimos una malteada de oreo juntas.

¿Atarías mis agujetas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora