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Si sólo una palabra podía describir la vida de Takemichi Hanagaki, sin duda esa sería; monótono.

Hace un par de semanas, cumplió veintiséis años, ni siquiera lo recordó, mucho menos lo festejo.

Se la pasó trabajando y al finalizar su turno, sólo volvió a su solitaria pocilga para ver películas románticas y bebió cerveza hasta quedar noqueado por la fatiga y el alcohol.

Takemichi constantemente se preguntaba: ¿Cuándo había perdido su vida el rumbo?

De adolescente tuvo grandes sueños y metas pero su vida no había salido para nada como quería...

Vivía en un pequeño y destartalado departamento donde las paredes eran de papel, tenía un trabajo de medio tiempo dónde le pagaban una miseria y su jefa que era cuatro años menor constantemente lo humillaba.

No tenía amigos, ni un amante y hace años perdió el contacto con sus padres. No tenía nada y a nadie.

Se sentía un fracasado.

Desde los diecisiete años tomó malas decisiones y aquello derivó en ese patético futuro que poseía.

¿Si no fuera un cobarde su vida sería diferente? Era la pregunta que rondaba su mente día y noche.

Observó el reloj que colgaba de la pared y suspiro de manera pesada, estaba haciendo horas extras y por supuesto que no iba a ver ni un centavo por su esfuerzo.

La vida adulta apestaba.

Colocó los DVDS en su sitio, hoy no había mucha clientela así que era relativamente más fácil.

Su jefa Hasegawa lo observaba como un halcón mientras estaba hojeando una revista de noticias rosadas en el mostrador, esperando que cometiera un error para regañarlo.

Ella era realmente sádica.

Takemichi continuó acomodando los discos en sus respectivos lugares hasta que naturalmente llegó la hora de cerrar.

No había mucho que hacer, así que su jefa le permitió irse.

Mientras se cambiaba de ropa en los vestuarios de empleados, escuchó la televisión de fondo. Al parecer había olvidado apagarla, le sorprendía que ese pedazo de chatarra siguiera funcionando pesé a su deplorable estado.

« Últimas noticias, al parecer el reinado de terror de la Tokyo Manji Kai finalmente ha sucumbido. Esta tarde la policía montó un operativo, que resultó ser un éxito, fueron atrapados peces gordos del mundo criminal, otros cuantos murieron en el intercambio de balas. Entre ellos, Takashi Mitsuya, ejecutivo de ToMan, Hakkai Shiba, líder de Black Dragons y Sano Manjiro, el líder de la ToMan...»

Su piel se erizó.

Tragó saliva y miró estupefacto la televisión, allí estaban las fotografías de varios de sus antiguos amigos y de Mikey.

Todos estaban muertos...

Su corazón golpeó con fuerza su caja torácica, un sabor amargo subió a su lengua.

Terminó de vestirse y apagó la televisión, salió de la tienda sin despedirse y empezó a caminar.

La calle estaba muy solitaria, de vez en cuando pasaba uno que otro automóvil.

Hacía bastante frío, mientras frotaba sus heladas manos unos copos de nieve cayeron en su nariz. Miró al cielo, dándose cuenta que una tormenta de nieve había comenzado.

Aquello le trajo amargos recuerdos...

¿Si no fuera un cobarde su vida sería diferente? Se volvió a preguntar mientras cruzaba la calle.

Realmente no pensó que Mikey moriría de esa manera, ni tampoco pensó que sus amigos...

¿Por qué todo terminó así?

Esas personas que la sociedad veía como monstruos y de los cuales estaban felices de que estuvieran muertos, una vez fueron gente de bien, tenían sueños, esperanzas, metas...

¿Cuándo había cambiado el rumbo sus vidas?

¿Por qué todo terminó de esa manera tan trágica

Entonces se detuvo, inhaló profundo aguantando las lágrimas, sin notar que el semáforo se había puesto en rojo.

Cuando iba a volver a retomar su camino, una luz incandescente lo cegó. Giró su cabeza hacia el origen de la luz y todo se volvió en cámara lenta.

Un camión muy grande estaba a centímetros de él. No tendría oportunidad de sobrevivir una vez estuviera bajo sus ruedas...

En ese preciso momento supo que iba a morir.

Fue curioso.

Porque al estar al borde de la muerte, no pensó en sus amigos ni en sus padres.

Sino en Manjirō Sano.

Sintió una gran descarga eléctrica recorrer su cuerpo, como si un rayo lo hubiera impactado y entonces todo se volvió oscuro.

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¿Segunda oportunidad? |Maitake|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora