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Abrió sus ojos azules lentamente, todo estaba muy oscuro no podía ver absolutamente nada. Estaba recostado sobre un colchón muy cómodo, las sábanas eran tan suaves y calentitas que Takemichi volvió a cerrar sus ojos y se acurrucó mejor.

Aún no despertaba del letargo del sueño, su cerebro estaba frito por culpa del cansancio, así que no se cuestionó dónde ni qué había pasado.

Unos segundos pasaron, casi iba a volver a dormir cuando sintió la cama moverse y luego una tibia respiración golpear sus mejillas, confundido volvió a abrir los ojos nuevamente, está vez los dejo acostumbrarse a la oscuridad.

Y lo vió.

Casi lanzó un grito de la impresión, se tapó la boca y se incorporó con una rapidez inhumana.

Un hombre... No ¡Un adolescente rubio, estaba durmiendo en su cama!

Incrédulo empezó a arrastrarse hacía atrás casi de manera frenética, al llegar al borde perdió el equilibrio y su cuerpo se estampó duramente contra el suelo.

— A-Auch — murmuró sobándose el trasero, se había golpeado demasiado fuerte y le dolía de una manera absurda o al menos creyó al principio que el dolor se debió al golpe.

El rubio se removió ante el ruido pero afortunadamente no se despertó.

Takemichi respiró hondo, intentando que no le diera un ataque de pánico o un brote psicótico.

Se sentó en el suelo, en la posición de flor de loto y se cruzó de brazos. Volvió a respirar de manera profunda y entonces su mente se aclaró un poco.

Recordó haber salido de su trabajo, caminar a su casa y lamentarse como siempre de su vida (la rutina de todo adulto, pensaba Takemichi) y entonces... Recordaba ver las luces incandescentes de un automóvil de gran porte...

Y nada más.

¿Acaso ese adolescente lo había ayudado?

Miró con atención su rostro, algo se removió en su interior al hacerlo...

¿Por qué se parecía tanto a ex novio?

Miró a su alrededor, dándose cuenta que estaba en una habitación ajena, la cual se le hacia extrañamente familiar... Habían posters de motocicletas, un estante alto lleno de revistas sobre motores, y en general aquello parecía un taller reformado en una habitación.

El lugar estaba bastante desordenado... Esto le recordaba demasiado a...

¿Estaba soñando?

¿Acaso estaba viendo su vida pasar por sus ojos? Había oído que eso era muy común cuando la gente moría.

Aunque todo se sentía extrañamente real.

Se levantó con cuidado, dándose cuenta que sólo usaba un holgada camisa que revelaba uno de sus hombros. Su rostro explotó en rojo pues notó que el cuerpo del dormido rubio, estaba en su totalidad desnudo...

¿Segunda oportunidad? |Maitake|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora