¿Segunda oportunidad? |Maitake|

007

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Tokyo Manji Kai.

La temida pandilla de toda su generación, conformada por miembros fuertes que infunden respeto con su simple presencia.

La brisa soplaba con suavidad, era una noche bastante fresca, lo cual era un alivio ya que últimamente los días eran muy calurosos en Shibuya.

Takemichi se mantuvo en una esquina, apartado del resto de miembros de su pandilla, sus dedos jugaban con los bordes de su toppoku, mientras observaba como se desenvolvía todo.

Nunca se fijó que todos dentro de la ToMan, eran tan aterradores y mal hablados.

No estaba acostumbrado a eso, habían pasado diez años para él, estar en aquel ambiente donde todos jugaban a ser pandilleros, donde pretendían ser rudos y estaban dispuestos a golpear a quien los molestaba, le resultaba muy extraño e incluso tan ajeno.

Él no pertenecía a ese tiempo, su mente ya no era la de un adolescente, le parecía absurdo e incluso gracioso, como actuaban todos.

Aún así, oleadas de nostalgia golpeaban su pecho, ya que una vez él actuó así de ridículo.

— ¿Dónde estamos? — preguntó Hinata, quien de nuevo apareció de la nada, está vez Takemichi no se asustó, extrañamente se estaba acostumbrando a las repentinas apariciones de la Diosa.

— En el santuario Musashi.

— Oh... ¿Sabes que la Diosa de este templo no aparecerá hoy?

— ¡No vengo por eso! Además lo sé — se cruzó de brazos, indignado porque sabía que Hinata pensó que intentó huir, ya había decidido quedarse y arreglar unas cosas, él nunca rompía su palabra — Por si no lo notaste, es una reunión de pandilleros.

Hinata miró a su alrededor, batió sus pestañas, entonces volvió a dirigir su mirada hacia Takemichi, miró con detalle su vestimenta. El viajero del tiempo estaba usando un uniforme negro con kanjis dorados, que se ceñía de manera perfecta a su anatomía, tenía el cabello negro algo desordenado que le daba un aspecto salvaje, pero sus facciones delicadas, formaban un balance perfecto.

Takemichi era hermoso.

La Diosa no pudo evitar sonrojarse de manera furiosa, quedando como un tomate.

Rápidamente apartó esos pensamientos, ella ya estaba casada con otro Dios, no podía tener esa clase de ideas... Aunque probablemente su esposo le daría la razón.

— ¿Por qué estamos aquí? — ladeó la cabeza, observando curiosa como un par de miembros se golpeaban por una tontería — Todos se ven peligrosos y salvajes, dan miedo.

Takemichi le dió la razón, él también estaba algo asustado.

— ¿Seguro que antes estabas en esta pandilla? ¿Cómo diablos pudiste sobrevivir?

— Todos tenían miedo de meterse conmigo porque era cercano a Mikey-kun y a los líderes de cada escuadrón — murmuró por lo bajo, entonces sus pensamientos se volvieron lúgubres, Shinichiro tenía motivos para dudar de sus intenciones ya que era realmente patético, tanto antes como ahora.

Nunca hizo algo importante o que fuera digno de recordar.

Todo lo que pudo hacer en los conflictos de la pandilla, fue resistir golpes hasta desmayarse.

Tanto los problemas con Moebius como con los Blacks Dragons fueron resueltos por sus amigos y Mikey.

Realmente patético.