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El cielo comenzaba a teñirse de colores suaves, producto del ocaso, las nubes casi parecían algodones de azúcar y el astro rey que descendía, se miraba magnífico.
Wakasa a pesar de tener enfrente suyo aquel hermoso paisaje, no estaba prestando verdadera atención. Su mente estaba en blanco, no estaba pensando en algo en específico, simplemente no podía concentrarse en nada.
La caja de cigarros que reposaba en sus manos, se deslizó por sus dedos y cayó con un sonido seco, al césped. Ni siquiera se molestó cuando vió desparramados aquellos costosos cilindros cancerígenos.
Podía comprar más.
Siempre podía comprar más, el dinero no era problema, nunca lo era.
Hizo un sonido de fastidio, cuando escuchó su teléfono vibrar, sabía que se trataba de Takeomi, también sabía que si contestaba, recibiría un extenso regaño por desaparecer en medio de una reunión importante y por no haberse llevado sus guardias, así que se abstuvo de responder.
Se mantuvo un rato más en esa posición, hasta que el irritante sonido de su celular finalmente lo hartó, así que decidió irse. Se levantó del suelo sin mucho ánimo, su elegante traje negro de tres piezas se había ensuciado de polvo y barro, chasqueo la lengua pero se encogió de hombros, restándole importancia.
Tomó su chaqueta, lo colgó en su hombro, empezó a caminar, dispuesto a irse pero entonces escuchó unos pasos torpes acercándose a su posición. Su mano de manera instintiva rozó el arma que guardaba en su cintura, pensó que se trataba de algún enemigo suyo, maldijo entre dientes, pero al voltear quedó congelado pues no se trataba de ningún miembro Yakuza, ni siquiera era uno de sus lacayos.
Era un fantasma de su pasado.
—Haff, haff ¡T-Tú! — lo señaló con seriedad, pero entonces apoyó sus manos en sus rodillas, su respiración estaba bastante agitada, parecía que había corrido sin parar para verlo.
Se veía terriblemente cansado, casi como si en cualquier momento se iría a desplomar de la fatiga.
Era curioso porque tenía un uniforme de trabajo, padecía que hubiera dejado tirado su empleo para verlo.
— Hafff, haff ¿E-Eres Wakasa Imaushi? Haff — Takemichi tosió, le dolía mucho los pulmones por haber corrido, había olvidado que su cuerpo no estaba en forma, pero el dolor de su cuerpo era lo que menos le importaba ahora.
Wakasa pensó que se trataba de una alucinación suya pero no parecía ser el caso. Una amarga sensación subió a su paladar, al confirmar que se trataba del mismísimo; Takemichi Hanagaki.
No lo había visto hace diez años.
— Soy yo — respondió de manera melancólica — ... ¿Cómo me encontraste, Takemichi?
Ni siquiera sus amigos, sabían que estaba allí.
— S-Supongo que sólo fue un regalo de los dioses, haff.
Arqueó una ceja, aquello era una extraña manera de decir que fue una coincidencia. Ya que únicamente, eso podía ser.
— Me sorprende verte... — Wakasa lo detalló con la mirada, dándose cuenta que no había cambiado mucho, seguía con su cabello negro revuelto y con aquellos ojos azules tan brillantes como el océano — ¿Qué haces aquí? ¿Me estabas buscando?
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¿Segunda oportunidad? |Maitake|
FanfictionTakemichi de diecisiete años, rompe su relación de varios años con Manjiro Sano. Nueve años después, una fría noche, Takemichi Hanagaki es atropellado por un conductor ebrio, pero en vez de morir ¡Viaja 10 años en el pasado! Tiene la oportunidad de...