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La suave brisa besaba sus mejillas, sus mechas tan doradas como el sol ondeaban a todas direcciones, sus ojos mostraban calma, pero tenían ese brillo tan precioso que amaba admirar en secreto.

Mikey era su mundo, amaba sus virtudes y defectos, lo defendía de personas que buscaban dañarlo, lo animaba en sus días más grises...

No lo merecía.

A su paladar subió un amargo sabor, odiaba esos pensamientos intrusivos, porque todas esas horribles ideas habían sido alimentadas por "él" y en lo que menos quería pensar cuando estaba con su Mikey era en ese indeseable...

Así que decidió apartar esos pensamientos hasta lo más dentro de su cabeza, y sólo disfrutar de la compañía de Mikey.

Luego de su pequeño momento sentimental, ambos se sentaron en el césped y se quedaron mirando el atardecer, tenían mucho de que hablar pero simplemente ninguno se atrevió a hacerlo.

Takemichi secretamente agradeció eso, ya que ahora podía tener la lujosa vista de Mikey siendo iluminado por la luz suave, color melocotón del atardecer.

Una vista tan hermosa, que tenía que ser ilegal.

— Es hermoso ¿No? — Mikey rompió el silencio, su voz salió tan suave y empalagosa como la miel.

— Sí, es tan hermoso — contestó de inmediato, sin apartar la mirada de su novio.

Mikey se dió cuenta que Takemichi no se refería al atardecer, sus mejillas se tornaron de un suave carmín mientras volteaba hacía Takemichi.

Cuando hicieron contacto visual, Takemichi sólo entonces notó lo que había dicho, se sonrojo hasta las orejas incluso algo de humo salió de su boca.

Mikey tomó su mano de inmediato, temiendo que volviera a escapar, entrelazó sus dedos con los ajenos, una sonrisa tímida surco sus labios.

— Estás muy raro, usualmente sólo dices esas cosas cuando tenemos sexo.

Takemichi estuvo a punto de desmayarse, tener a Mikey sosteniendo su mano, al mismo tiempo que su cabeza reproducía escenas lascivas donde él era el protagonista, fue demasiado para su pobre corazón.

— Aunque no me molesta para nada — continuó hablando, su sonrisa se ensanchó, parecía tan feliz que fue imposible no quedarse embelesado.

Mariposas revoloteando en su estómago, su pulso se aceleró, su corazón se sintió tan cálido, que no quiso que ese momento termine jamás.

Pero desafortunadamente debía terminar con ese ambiente, tenía que.

— Mikey-kun, quiero hablar contigo de algo.

— ¡Claro! Puedes decirme lo que sea.

¡Por qué tenía que ser tan lindo! Se le hacía tan complicado concentrarse, se aclaró la garganta y su mirada se tornó seria llamando la atención del rubio.

— Mikey-kun, y-yo — su voz se volvió un murmullo débil, la verdad es que no sabía cómo expresarse adecuadamente — Mikey-kun... ¿Cómo está Draken-kun?

Mikey arqueó una ceja — ¿Kenchin? Como siempre ¿Por qué preguntas?

Takemichi ignoró esa pregunta.

— Draken es muy maduro para su edad, siempre tiene las respuestas correctas para todo, si algún día me pasa algo y no puedo estar contigo, definitivamente deberías escuchar a Draken o a Mitsuya. Ellos son muy buenos con sus consejos.

¿Segunda oportunidad? |Maitake|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora