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No sabía que hora con exactitud pero el brillante sol se posaba en lo alto, así que debía ser medio día.

Se secó el sudor de la frente, mientras apoyaba su espalda contra una pared para descansar unos minutos.

Había estado toda la mañana caminando, hacía un infernal calor y no ayudaba que tuviera un playera negra. Se llevó una mano a su cuello, sentía que su garganta se rompería en mil pedazos.

Tenía demasiada sed.

Mataría por un vaso de agua fría.

Busco su billetera y se dió cuenta que efectivamente era un adolescente, no tenía ni una misera moneda. Se golpeó la frente contra la palma de su mano, odiaba ser un puberto desempleado.

Maldiciendo por lo bajo decidió seguir caminando, rezó para que no le diera un golpe de calor o algo parecido.

— ¿Por qué el Santuario está tan lejos? — musitó entre dientes, no recordaba que el trayecto fuera tan largo.

Aunque ahora que lo pensaba, realmente nunca camino al santuario, siempre iba en motocicleta con Mikey... Negó con la cabeza, no quería pensar en esas cosas ahora.

Su estómago entonces rugió — Perfecto — dijo de manera sarcástica.

Con hambre, sed, cansancio y además en otra época. Este definitivamente no era su día.

Caminó, caminó y entonces llegó a otro parque, casi quiso llorar porque aun le faltaba un kilometro para llegar al santuario. Se sentó en la banqueta a la sombra de un árbol y miró de manera desinteresada a los transeúntes.

Su cuerpo estaba a punto de colapsar.

Su piel se estaba tornando tan blanca como el papel, su mirada se tornó borrosa y la cabeza le dió vueltas.

— ¿Ya vas a morir? Que rápido.

Takemichi sintió que su corazón se le salía del pecho, se sobresaltó y se erizó como un gato, miró hacia atrás y se topó con la misma chica castaña o mejor dicho con "Dios"

— Oh, sólo eres tú.

Hinata se sentía bastante ofendida con ese tono, los mortales eran a veces tan groseros. Extrañaba a los mortales que se arrodillaban ante su presencia y la veneraban día y noche.

— De todas maneras ¿Qué haces aquí? — Hinata se sentó a su lado — Creí que querías ir al santuario.

— Estoy en eso, simplemente está muy lejos — soltó de manera cansada.

— Huh, oye Takemichi ¿De verdad quieres irte sin arreglar nada? Digo, viajar en el tiempo ¿No es algo que todos quieren? — entrecerró los ojos — ¿No es algo que tú querías?

— Ah — Takemichi se mordió el interior de su mejilla, un brillo de nerviosismo se instaló en su mirada — No, b-bueno sí ¡Pero! Son cosas que sabes que jamás pasarán, sólo las pides porque es más fácil lidiar con escenarios ficticios a que hacer algo real.

— Oh — parpadeó varias veces — Sin duda eres patético.

— ¡Oye! ¡Deja de decirme patético! — se encogió, una pesada aura lo envolvió — Sólo quiero irme a dormir, ha sido un día duro y apenas comenzó el día.

La castaña apoyó su rostro contra su mano derecha — Oye ¿Por qué terminaste con tu novio?

Takemichi se tensó visiblemente.

¿Segunda oportunidad? |Maitake|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora