🌈⃢La historia continua a partir de lo ocurrido en el día de la ceremonia del sol, y el rescate de la joya azul Jade, un encuentro inesperado cambiará muchas cosas, principalmente la suerte de la princesa, ¿podrá la princesa superar todo y ser emper...
Efrit—No estoy de acuerdo en esto–dijo con molestia
Ariana–Yo acepte hacer esto príncipe Efrit, además si con esto podemos saber la localización de la Deidad que buscamos, ayudaría no sólo a Arbezela si no también al mundo entero—dijo con seriedad—Estoy lista Morgan
Morgan—Recuerde princesa, solo ira como un espectador, una vez regrese posiblemente caiga dormida por el cansancio, pero cuando despierte podrá decirnos lo que vio
Ariana—Entiendo
Morgan—Te enviare al momento justo de la última vez en que alguien vio a Oberon—apareció un bastón en su mano—Te deseo suerte, y espero enviarte al momento correcto
Ariana—Ya verá que todo saldrá bien—sonrió con confianza
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Morgan hizo aparecer un enorme espejo debajo de la princesa Ariana, las joyas y demás dioses solo observaban, habían estado de acuerdo con este plan, si ayudaba era bien recibido, una vez Ariana fue absorbida por el espejo esta apareció en unas ruinas de un templo, ahí vio de nuevo a aquella figura a la que no podía verle la cara, esta tenía a su al rededor varias mariposas que rovoloteaban a su al rededor.
Ella se acercó después de todo no podría verla o al menos eso le había dicho Morgan, cuando se dio cuenta alguien encapuchado paso a través de ella, acercándose a aquel ser que parecía no mirar otra cosa que el cielo, cuando su hombro fue tocado por el encapuchado de cabellos dorados y ojos color amatista, es que volteo.
Hubo silencio absoluto por varios segundos, hasta que uno de ellos habló.
–Veo que te dejaste crecer el cabello Astotelia
–No vine aqui a hablar Oberon... —dijo con seriedad
–Entiendo, así que viniste a eso, adelante puedes matarme, esta vez no planeo revivir
–No sabes cuanto tiempo espere para escuchar esto dios anómalo
Ariana pudo notar una sonrisa, pero esta sonrisa parecía ser de tristeza, cuando menos se dio cuenta la espada sagrada que ella usaba, había aparecido en las manos de Astotelia matando así a aquel dios.
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