Capítulo 23

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Hela Petrov

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Hela Petrov.

Mire por la ventana cerrando mis ojos para dejar que los rayos del sol golpearan mi rostro, respire con profundidad pasando mis manos con delicadeza por mis caderas acariciando mis piernas y posterior presionando mi espalda baja tirando mis hombros hacía atrás, calibre mi peso callando la sensación de malestar.

Solté la respiración de forma pesada para girarme y ver a Runa durmiendo plácidamente abrazaba la cola de Freya mientras que ella me miraba soltando suspiros pesados.

Runa tiene la costumbre de dormir tirando de algo, cuando duerme encima de mí sus manitos tiran de mi ropa con suavidad, es similar al movimiento de los gatos, cuando rascan sus uñas, en ellos es irritante, en Runa es adorable.

Y como conmigo, ahora le tira con debilidad los pelos de la cola a Freya.

Negue bajando la cabeza para girarme de forma completa y caminar hacía la cama, di los primeros pasos y tuve que detenerme, para presionar mi espalda baja. He estado días corriendo de un lado a otro, peleando, esforzándome, y ahora siento las consecuencias de eso, trague grueso ignorando la puntada de dolor para llegar a Runa inclinarme y taparla mejor, le saque el cabello de la cara para oír sus balbuceos sin sentido.

Schattig ——murmure acariciándole la mejilla.

<<Adorable>>

Le acaricie el lomo a Freya dándole la indicación de que la cuidara por mí, soltó un gruñido en confirmación.

Subí el cierre de mi chaqueta, arreglándome el cabello para salir de la habitación.

Bajé la escalera rápidamente frenándome para tomar aire y aguantarme las quejas, “El dolor es psicológicos, hay cosas peores que ello” me repetía, recordando las palabras de mi padre, “Si sientes dolor no eres digna de ser un Petrov”, enaltecí su sangre, no decaeré ahora.

Llegue al primer piso desviándome para caminar en dirección a mi oficina pase por afuera de la cocina viendo de reojo a Alek, sirviéndose un café tan negro como su alma.

Infeliz.

Lo ignoré incluso cuando vi como desviaba su mirada a mí, seguí caminando hasta llegar a mi oficina, entre para ver a Ainhoa sentada frente a mi escritorio con dos laptops prendidas, audífonos en sus oídos y rostro serio.

—¿Llegaron? —pregunte entrando para cerrar la puerta, me miro brevemente para sacarse los audífonos y seguir tecleando.

—Hace media hora—informó, mirando por la ventana, mire el reloj viendo que aquí son casi las siete de la mañana, se fueron hace seis horas en Suecia debe ser poco más de medio día.

—¿Airón? —me acerque al escritorio para que Ainhoa tecleara estirándome los audífonos, los acepte para ponérmelos—¿Ya quieres darte un tiro? —hable para ver a Ainhoa rodar los ojos y escuchar a Airón soltar una risa ronca tensa.

Detrás de la mira. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora