El restaurante hoy cerró más temprano de lo normal.
Terminamos comiendo hot dog en la esquina de alguna calle en Bogotá.
Mientras hablábamos sobre nuestras vidas.
He llegado a un punto en el que ni siquiera hablo sobre mí, me encanta escucharlo hablar de música aunque no sepa mucho sobre eso.
Por lo menos a los dos nos gusta Sabina.
De eso se ha tratado la conversación.
Luego de la majestuosa comida subimos a su auto y me llevó hasta la puerta de mí casa.
Agradecí por la salida y él me devolvió el agradecimiento.
Una vez que cerré la puerta de mí casa, tapé mí boca y caminé rápidamente a sentarme en el sofá.
La salida había superado todas mis expectativas.
Juan Pablo Isaza es el hombre con el que siempre he soñado.