Habían pasado dos meses. Hablamos diario.
Las cosas no eran cómo antes, no lo serían.
Eran las 1 de la mañana y yo no paraba de dar vueltas en la cama, hasta que mí celular sonó.
Entre sollozos me decían una de las peores noticias que he recibido.
“Malta está intoxicada, Isaza te necesita. Todos te necesitamos”
La voz de Susana hizo que quedara sentada inmediatamente en la cama.
Traté de calmarla por teléfono mientras alistaba las cosas para tomar un vuelo a Bogotá.
Me colgó para averiguar más cosas sobre el estado de Malta.
Isaza seguía en España así que mientras iba en el taxi iba hablando con él.
Le prometí que lo iba a mantener informado, le juré que Malta iba a estar bien.
No me gustaba hacer juramentos que no tenía la seguridad que se iban a cumplir.
Una vez que estaba más calmado dijo que iba a tratar de hacer todo lo posible para venir.
Al colgar llegué a la conclusión que Malta es muy importante para todos, tan importante que para salvar mí relación no hago tantos sacrificios cómo lo estoy haciendo por ella.