8. La taza

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Solté una carcajada cuando lo ví en la puerta de mí casa con una botella de vino y dos tazas.

Dos tazas.

Se justificó con que las tazas para tomar vino son la nueva moda. 

Luego de preparar el sushi nos sentamos en el sofá para comer y tomar vino en las tazas 

Ahora era mí forma favorita de tomar vino. 

Le conté que en mí adolescencia había desarrollado un gusto por la pintura. 

Y que a veces pintaba en mis días de descanso para divertirme. 

Me atreví a dejarlo entrar por primera vez al cuarto de visitas. 

Que era la única habitación que tenía colgado algunos cuadros. 

Alardeó los cuadros y yo me sentí cómo si fuera una niña a la que felicitan por traer una carita feliz en preescolar. 

Pasaron las horas y tristemente tocaba despedirnos. 

Lo acompañé hasta la  puerta y me dio un beso en la mejilla antes de irse. 

Cuando cerré la puerta miré hacía el sofá y sonreí. 

Había dejado una de las tazas de la mesita de la sala. 

No se la iba devolver.  







Fases - Juan Pablo Isaza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora