𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖼𝗂𝗇𝖼𝗈.

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Unos minutos más tarde, sacó el coche del aparcamiento de la Fundación Petra Ackerman, conciente de que el auto de Isabel la seguía de cerca, pero en cuanto la otra mujer giró para meterse en la autopista, Hange se metió en el aparcamiento de un centro comercial cercano.

Apagó el motor y sacó el móvil. Llamó primero al número de Levi y dejó un mensaje cuando soltó el buzón de voz, como no tenía muy claro que le fuera a devolver la llamada, a continuación llamó al número de Nanaba.

—Oye —dijo cuando se hubieron saludado—. ¿Qué pasa con Levi? Sé que es uno de los mejores amigos de Mike, pero tengo que decirte que es muy díficil trabajar con él. Isabel, la directora de la Fundación Petra Ackerman dice que cuando está en la ciudad va todos los días a trabajar, pero ha evitado ir a la oficina desde que yo estoy aquí. Entiendo que no viniera en el mismo vuelo que yo por la reunión de la junta directiva de ayer, pero...

Nanaba la interrumpió.

—No hubo ninguna reunión de la junta ayer.

—¿No? Gunther me dijo que esa era la razón por la que no voló conmigo, porque Jean había programado una reunión de la junta por la mañana.

—Oh —dijo Nanaba. Se había quedado sin argumentos.

—Mira, quiero hablar con él. Al parecer me está evitando. ¿Puedes pedirle a Mike su dirección?

—Veré lo que puedo hacer.

Diez minutos más tarde, Hange tecleó una nueva dirección en el GPS del auto alquilado. Siguió las indicaciones y se adentró en Charleston hasta llegar a un barrio de casas antiguas e iglesias aún más antiguas. La casa de Levi estaba en medio de una de las manzanas y no había nada que la distinguiera de las demás. Si Nanaba no le hubiera dado la dirección, nunca habría adivinado que era la casa de una estrella del rock.

Aparcó y, tras reunir todo su valor, salió del auto y se dirigió a la casa. Llamó con el tirador y esperó con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.

Transcurrió un largo instante y se preguntó si no estaría cometiendo un gran error. Después de todo, ¿Qué más daba si a Levi no le caía bien? Pero antes de que pudiera cambiar de opinión se abrió la puerta de entrada. En lugar de Levi, Hange se encontró frente a una mujer delgada de mediana edad con expresión severa. La mujer torció el gesto y señaló el cartel que había en la puerta.

—No molestar —gruñó, como si Hange no supiera leer.

—Estoy buscando a Levi Ackerman —se explicó.

—No molestar —repitió la mujer mientras empezaba a cerrar la puerta. Hange puso el pie en la puerta para impedir que la cerrara.

—Soy Hange Zoe —se presentó mientras aguantaba la presión en el pie–. Trabajo con él en una obra benéfica en San Diego y necesito hablar con él un minuto. ¿Por qué no le pregunta si puede recibirme?

—No está aquí —dijo la mujer a regañadientes.

—¿Puede decirme cuándo volverá?

—Eso es muy fácil —respondió la mujer con una risa burlona—. No va a volver.

El tono de la mujer puso a Hange de los nervios. Entornó la mirada y presionó por el hueco de la puerta. Hacía falta algo más que un gesto desaprobatorio para echarla atrás.

—Mire, sé que está en la ciudad. Así que más le vale decirle que estoy aquí.

La mujer vaciló pero finalmente abrió la puerta del todo. Hange se agarró a la oportunidad mientras pudo y se deslizó al interior.

𝐍𝐨𝐭𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫; 𝐥𝐞𝐯𝐢𝐡𝐚𝐧 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora