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Un lindo pelinegro caminaba hacia la oficina de su esposo, dando lentos y calmados pasos hacia ésta.
"Aquino...". Llamó un pequeño pelinegro, entrando al cuarto."¿Si, Duxo?. ¿Qué necesitas?". Preguntó un serio castaño sin mirar a su esposo, concentrado en su trabajo, como siempre.
Duxo, algo tímido, se acercó a él fornido castaño. "¿Quieres salir esta noche?". Soltó al fin después de un rato en silencio.
"Lo siento, pero estoy lleno de trabajo, tal vez otro día, ¿si? Te lo compensaré". Se disculpaba Aquino con su bello oji-lila, por décima vez en el mes.
"Claro... No hay problema, amor". Y por décima vez, el pelinegro respondía de la misma manera, dejando de lado el dolor que sentía en su corazón al ser rechazado una vez más.
Y cuando terminó de decir eso, simplemente, se giró sobre sus pasos, yendo al gran sofá que tenían en el recibidor, teniendo en sus manos: una almohada, una manta y un tierno peluche de paloma, acomodándose en el cómodo mueble.
Lágrimas caían de los bellos ojos color lila del pelinegro, era difícil esforzarse para mantener viva la relación y que sus intentos hayan sido frustrados por su misma pareja.
Y aunque eran las 18:39 de la tarde, se durmió.
•°•°•°•°•Por otro lado.°•°•°•°•°
Aquino, cuando Duxo abandonó la habitación. Dejó sus cosas de trabajo, para organizar una sorpresa para el pelinegro.
El castaño no era tan estúpido como parecía, él estaba muy consciente de que no le había dado mucha atención a su pequeño este último mes, y todo por culpa de su trabajo.
Así que se tomó el riesgo de pedirle aunque sea unos días de descanso, que realmente se merecía, y aunque tenía miedo de pedirlo, lo hizo e increíblemente, lo consiguió.
Y se puso manos a la obra, quería reparar el daño que le hizo a su esposo, porque sabía que le dolía, aparentaba ser duro pero era muy sensible en realidad.
En fin, puso manos a la obra, quería que esta noche fuera especial para Duxo.
°•°•°•°•°•°•°•°•°21:27•°•°•°•°•°•°•°•°•
Una vez todo estaba organizado y él ya arreglado, se fue a ver a su ángel.
Este se encontraba durmiendo plácidamente, con lágrimas secas en su cara y aferrándose al pequeño peluche de paloma.
El castaño sonrió ante esta imagen, se acercó y acarició el rostro contario, para ser más exacta, en donde estaban las lágrimas secas.
Ese mínimo toque hizo al oji-lila despertarse, sus ojitos brillando y su cara formando una expresión de confusión.
"¿Aquino?". Preguntó desconcertado, viendo a su pareja bastante bien arreglado.
"Mi amor~...". Usó un tono algo meloso junto con el apodo para dirigirse al tierno pelinegro, algo que rara vez pasaba.
"¿Si?, ¿Aquino te sientes bien?". Preguntó sentándose para ver mejor al castaño.
El más alto sólo se rió un poco por las preguntas que Duxo le hizo, ¿acaso eran pocas las ocaciones en las que era meloso con él?