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Nuestro protagonista, llamado Duxo, estaba conduciendo a su casa muy feliz porque le habían aumentado el sueldo después de meses de arduo trabajo.
Muy emocionado, manejó hasta la casa que compartía con su novia para contarle la feliz novedad y, aprovechando que salió temprano del trabajo, darle una sorpresa.
Pero el que se llevó la sorpresa fue él.
La gran sonrisa y felicidad que poseía, se fue borrando poco a poco, dejándole el lugar al enfado y la tristeza en su lugar.
Su boca abierta al igual que sus ojos, asqueado por la escena que estaba presenciando.
"Amor, yo-". Intentó hablar la chica.
"Vete". Dijo simplemente el oji-violeta con un tono calmado pero firme.
"Pero-". Intentó otra vez.
"¡Vístete y vete!". Repitió subiendo un poco el tono de su voz, doliéndole como la mierda tener que seguir viendo la cara de su ex-novia.
La chica, por no llamarla zorra, con algo de miedo empezó a vestirse, al igual que su amante.
Cuando ambas escorias se vistieron, sin decir nada, pasaron al lado de nuestro destrozado pelinegro y se fueron, cerrando la puerta a sus espaldas.
Cuando este escuchó la puerta siendo cerrada, cayó de rodillas al suelo con una mano en el pecho y lágrimas cayendo por ambos lados de sus mejillas.
Como pudo, agarró su celular y llamó a su amigo más cercano.
"¿Hola?". Se escuchó una voz grave al otro lado de la línea. "¿Duxo?". Preguntó al no obtener respuesta contraria.
"Ven, por favor". Fue lo único que pudo más o menos pronunciar entre sollozos.
"¿Duxo estás bien?". Cambió el tono de su voz a uno preocupado cuando oyó a su amigo llorar."Webón, me estás asustando".
"Aquino, por favor, ven". Y con eso dicho y sin esperar respuesta, cortó la llamada, sintiendo como su pecho se estrujaba aún más, causando que más lágrimas cayeran.
Se quedó allí en el suelo dejando que aquellas gotas saladas cayeran sin descanso, esperando por su amigo.
Y cuando menos lo esperó vió a su amigo entrar por la puerta sin preguntar, buscando al mayor con desespero y preocupación reflejado en su rostro.
Cuando pudo visualizarlo, prácticamente se tiró encima de este, lanzándole muchas preguntas.
"¿Estás bien, Duxo?. ¿Qué pasó, webón?. ¿Por qué estás llorando?.¡Respóndeme!". Atacó, intentando buscar respuestas a ellas.
Pero cuando sintió que el pelinegro que estaba llorando lo abrazó, sus preguntas pararon, enfocándose en el chico que tenía entre sus brazos.
Sin preguntar nada más, correspondió al abrazo contrario, sintiendo como su cuello se humedecía por las lágrimas y el agarre que el oji-violeta tenía sobre él se hiciera más fuerte.
Después de unos minutos en el que Duxo lloraba y Aquino lo consolaba, el primero se calmó.
"Duxo". Llamó lo más suave que pudo.
El mencionado sólo emitió un sonido para que sepa que estaba prestando atención.
"¿Quieres ir a un lugar más cómodo, que te haga una taza de café y así me cuentas qué pasó?". Preguntó Aquino con suma tranquilidad.