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"¡Bebé, ven a comer!". Llamó a su compañero de cuarto.
Un pelinegro entró a la pequeña cocina con una cara de pocos amigos.
"Te dije que no me digas así, idiota". Insultó al castaño sin arrepentimientos, odiaba que lo llamase así.
"Lo sé, pero es divertido verte enojado". Confesó con una sonrisa burlona, sirviendo la comida y sentándose en la mesa.
El pelinegro sonrió falsamente ante su comentario. "También será muy divertido verte con la nariz rota por el puñetazo que te voy a dar si sigues llamándome de esa manera". Respondió venenosa mente.
"Sé que no serías capaz de eso, bebé". Repitió otra vez ese apodo que a Duxo no le gustaba.
"Si me lo vuelves a decir, será tu final, Aquino". Esta vez su advertencia iba encerio, su poca paciencia estaba llegando a su fin.
Aquino sólo agrandó más su sonrisa. "Está bien, está bien". Sus manos estaban abiertas a cada lado de su cuerpo, indicando que no lo haría más, el oji-miel no quería llamar a la muerte.
Duxo sólo miró a Aquino, empezando a comer, el otro solo imitó esa acción, estando en silencio.
A pesar de que el ambiente se sentía pesado, ambos estaban tranquilo, así hasta que terminaron de comer.
A penas terminaron, el pelinegro se levantó sin decir nada, como si estar en el mismo espacio que el castaño, le ahogara.
Aquino sólo se quedó ahí, preguntándose si él había sido el causante de su mal humor.
Por otro lado, Duxo se encerró en su burbuja, poniendo música al tope y acostándose en su cama, con su brazo derecho tapando sus ojos.
"Aquino, estás acabando con mi paciencia". Habló consigo mismo.
Quitó el brazo que se encontraba en su cara, mirando a su alrededor.
(Que asco). Pensó al ver en qué estado se encontraba su dormitorio.
Se levantó de su cama y empezó a ordenar todo, cantando a todo pulmón la canción 'I wanna be your slave de Måneskin' poniéndole todo su empeño en esta.
Era como si escuchar música mientras limpias te da más energía y ganas.
Después de varias canciones, terminó de ordenar su habitación, quedó realmente impecable.
Estar limpiando por mucho tiempo, hizo que su estrés y mal humor disminuyeran, por fin se encontraba más tranquilo.
"¡Hey, imbécil!". Hizo una pequeña pausa."¡Ven!". Era obvio que se refería a Aquino, qué bonito, ¿no?.
Y no pasaron más de dos minutos desde que lo llamó, que escuchó como alguien llamaba a su puerta.
Esto era bastante extraño, generalmente el oji-miel sólo entraba a su habitación, no le importaba si Duxo estaba durmiendo, estudiando o si incluso se estaba masturbando, el castaño sólo entraba, la confianza que se tenían era abismal.
Pero esta vez Aquino quería tantear el terreno, tenía menos de haberla cagado.
"Puedes pasar, Aquino". Le dijo para que pase, Duxo río para si mismo, para que el castaño pida permiso antes de entrar, debió de haberlo asustado mucho.