Kim SeokJin es un joven de veintidós años que sufre esquizofrenia, pero no de las conocidas, más solo ocurre en la noche y puede convertirse en un completo loco si no obtiene lo deseado para calmarlo.
En el camino para descubrir su enfermedad y lo...
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Jin se separó de aquel beso y por un instante se dio cuenta de quién era la persona que tenía en frente, no tuvo oportunidad de decir algo o reaccionar a la acción que había hecho, ya que se desmayó dejando su cuerpo vencer encima del mayor, quién lo tomó entre sus brazos de inmediato.
El castaño sentía su cuerpo en un estado de suspensión en medio de la oscuridad que lo rodeaba, mientras escuchaba la voz de NamJoon a lo lejos, parecía estar a kilómetros de él y pensaba en lo agradable que había sido sentir sus labios, porque al menos así había calmado a esa figura que no se alejaba de su retorcida y afectada mente.
—¿Por qué yo?... —balbuceo en voz alta.
—Jin, Jin —llamaba aquella molesta voz que jamás se desprendía de él —Si no matas a Kim, entonces él lo hará primero —susurró el pequeño a lápiz que se encontraba a su lado.
—Ya... No quiero matar a nadie —dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y sentía como su pecho se contraía al recordar las escenas de muerte que había cometido.
—Cuando te despiertes sabrás de lo que hablo niño —rió alejándose a los saltos como si de un niño se tratase.
Estando en esa profunda oscuridad lo veía alejarse y sus intentos por moverse eran en vanos, sus lágrimas se derramaban por sus mejillas y su respiración era entrecortada, tanto así que la sensación de asfixia por momento no faltaba.
Mientras tanto NamJoon manejaba su auto y veía pasar a la policía por el carril contrario, estaba nervioso y las imágenes de aquellos hombres siendo asesinados aún se mantenían frescas en su memoria, por un momento el escalofrío recorrió su cuerpo haciendo que un leve temor se hiciera notar en su piel y en ese instante su teléfono comenzó a sonar alejando todos los pensamientos que tenía por el joven, viendo la llamada entrante atendió sin preámbulos.
—Nam, ¿Qué pasó está vez? —preguntó la voz femenina del otro lado.
—Sirena, necesito que me hagas un favor —habló con seriedad secando el leve sudor de su rostro.
—Te escucho.
—Debes ir a la ubicación de la escena del crimen que te voy a dar —dijo apretando con fuerza el volante —Tiene que haber un culpable, ya sabes cómo es —continuó mirando al frente.
—¿Sigues involucrado con la familia Kim? —preguntó con un tono molesto.—Esta vez si funcionará.
Los pensamientos del mayor se dirigían al chico que dormía en el asiento de al lado, observaba lo pacífico que se veía y lo irónico que era cuando lo vio fuera de sí. Había seguido al chico después de ver el accidente de su padre, aquello había generado el despertar de la esquizofrenia en ese momento y creía que esos eran los momentos en los que el joven se descontrolaba, causados por sus emociones y lo que llegaba a impactar a su no muy sano cerebro, pero debía observarlo más para tener una hipótesis clara.
