08-Memories

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Las pisadas fuertes se escuchaban desde la planta alta de la casa, donde un niño de ojos verdes trataba de respirar sin ser descubierto, escuchando su corazón palpitar a mil contra su pecho, mientras pensaba en el momento exacto en el que sería descubierto de su escondite.

Miraba a través de una ranura fina que dejaba pasar apenas una linea de luz, miraba expectante hasta que finalmente los pasos se detuvieron frente a la puerta de la recamara en donde se hallaba el chico. 

El rechinar de la puerta provocó que el niño estuviera más alerta a lo que iba a suceder, pasos cortos se hicieron presentes y una vos aguda llamó por su nombre.

—¿Namie? 

Automáticamente sus manos fueron a su boca para no hablar, pues debía estar bien escondido hasta que el momento llegara. Continuó mirando por la fina ranura y divisó la espalda de aquel individuo que seguía buscando.

—¡Aaaahh! —gritó saliendo del closet atrapando con sus manos los hombros del niño. 

—Aaah! —gritó sorprendido porque realmente no esperaba que saliera de ese lugar —¡Namie! —se quejó dejando vencer su cuerpo al suelo —Si... si me asustaste —dijo con los ojos humedecidos.

Fue entonces que el más alto lo observó desde arriba y por su mente pasó el pensamiento más lindo que pudo tener, con aquellos labios bien abultados por su tierno puchero, mejillas rosadas y sus ojos húmedos, ese niño era demasiado perfecto para tenerlo en frente suyo.

—Lo siento Jin —se disculpó poniéndose de cuclillas mientras llevaba su mano hasta su cabeza. 

—¿Podemos jugar a otra cosa? —preguntó con miedo.

—Sí, está bien —sonrió ayudando a levantar al pequeño.

Antes de que pudiera decir a lo que iban a jugar, el castaño abrazó apretando con sus brazos al más alto, quién se quedó extrañado por la acción de su amigo. 

—Me gusta que me asustes —rió escondiendo su cabeza —Pero a veces... Namie puede dar miedo de verdad —musitó.

Las manos del moreno acariciaron nuevamente su cabeza y fu entonces que su dulce sonrisa hacia el pequeño cambió en cuanto vio a su padre parado frente a la puerta del cuarto.

—¿¡Qué hace este mocoso aquí!? —preguntó molesto.

—Hola señor Kim —sonrió hacia el mayor, quién lo miró con desdén.

—Acabo de llegar, deshazte de esa rata y ve a la otra habitación —anunció alejándose de ellos.

—¿Me odia verdad? —preguntó entristecido. 

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